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Ojo avizorJuan Van-Halen

Cualquier tiempo pasado fue mejor

El PSOE es el único partido político condenado, como tal partido, por corrupción. El único. Y cuenta con el mayor caso de corrupción de Europa favorecido desde un poder ejecutivo: los ERE. Y sin remontarnos a Filesa, Malesa, y Time-Export con condenas de tres a once años a parlamentarios socialistas

Cualquier tiempo pasado fue mejor. Por experiencia me refiero hoy al periodismo parlamentario y a la caída libre de los debates en el Parlamento. De trinchera, tabernarios y groseros, en contraste con los que encandilaron a Azorín y a Fernández Flórez, entre otros paradigmas de la crónica parlamentaria. En ese buen recuerdo incluyo a cronistas de los debates constitucionales y posteriores. Estuve acreditado como informador parlamentario y en esa condición asistí a episodios como el 23-F.

El debate político es hoy una sucesión de insultos y descalificaciones personales alejadas de la buena educación. Nadie se corta un pelo. A menudo se desbordan sentimientos cercanos al odio. Seguí el último control al Gobierno que debería permitir conocer las posiciones del Ejecutivo ante las preguntas de la oposición. Ni el presidente ni los ministros contestaron a las cuestiones que no les agradaban, que fueron prácticamente todas. Y los ministros coincidieron en la lectura de un papelito con los casos de corrupción de miembros del PP desde la prehistoria. Todos leídos en el mismo orden y con las mismas palabras. Obviamente era una consigna, una estrategia de respuesta.

Me sorprendió, una vez más, la ingenuidad del PP o su buenismo. ¿Por qué? Ser considerado con quien te da patadas es una memez. Por sus preguntas debería haber supuesto que el Gobierno resucitaría esa retahíla de corrupciones, aunque fuesen lejanas. Lo inteligente hubiese sido preparar un papelito similar. Pero no. Y argumentos tiene. El PSOE es el único partido político condenado, como tal partido, por corrupción. El único. Y cuenta con el mayor caso de corrupción de Europa favorecido desde un poder ejecutivo: los ERE. Y sin remontarnos a Filesa, Malesa, y Time-Export con condenas de tres a once años a parlamentarios socialistas. No por quedarse con la pasta el sinvergüenza de turno sino por crear empresas para financiar ilegalmente al PSOE.

«Las más de cien causas judiciales que confirman la corrupción estructural del PSOE» titulaba «El Debate» ese listado el pasado febrero. El PP, acusado machaconamente de corrupto en el Congreso, no respondió con el argumento imbatible de las cifras. El ciudadano, que puede ser desmemoriado o joven y no sonarle esos asuntos, se quedó con la reiterada soflama socialista. Aunque las corrupciones actuales, con el número 1 y Ferraz de por medio, dejan al PSOE en cueros. El Supremo declara «investigado» a García Ortiz, el primer fiscal general del Estado en esa situación. En una entrevista-felpudo en TVE (con Fortes, claro) García Ortiz negó estar «imputado» o «investigado». Amenazó porque «sabía muchas cosas». Su deber no es callarlas o el delito lo cometería él. Y no dimite, con el aplauso unánime del Gobierno. ¿En qué papel quedan los fiscales que tengan que actuar en un procedimiento que afecta a su jefe?

El periodismo parlamentario también se ha desnaturalizado, como los debates. Transcribo una comparecencia, insólita en tiempos pasados, del portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López. Le pregunta un periodista: «Usted ha dicho que la corrupción le repugna. Ahora que sabemos que Sánchez era el 1 de una banda corrupta cuyo cabecilla está en prisión sin fianza ¿van ustedes a exigirle su dimisión?». Respuesta de Patxi López: «Esa es la demostración de qué es la desinformación, qué es la extensión de los bulos y qué es un personaje que no debería estar aquí». Nueva intervención del periodista: «¿En que he desinformado? ¿No dice la UCO que Sánchez era el número 1 de la banda y usted da credibilidad a la UCO?». Respuesta del portavoz socialista: «Si vieras cómo te miran tus compañeros, bueno tus compañeros no son tus compañeros, los que están sentados en esta sala contigo…».

No conozco el nombre de quien preguntaba a Patxi López, pero el periodista le trata de usted y el portavoz le tutea. La respuesta de Patxi López es un agravio a quien le pregunta y a la profesión. Ni desinforma ni extiende bulos, pero «no debería estar aquí». Y el final es penoso para el político y no menos para los informadores. Se ampara, con desprecio, en «si vieras cómo te miran tus compañeros, bueno tus compañeros no son tus compañeros». La biografía académica y profesional del portavoz socialista no es precisamente relevante; ha vivido siempre de la política; llegó a presidir el Congreso, y antes presidió el Gobierno Vasco por los votos del PP. Se hace perdonar haberse presentado contra Sánchez, ahora su «puto amo» (Puente dixit), en su intento de ser secretario general del PSOE. Lo más grave, a mi juicio, es la insolidaridad de los colegas presentes. Recuerdo los dos plantes de periodistas que vivió Aznar. Pero los tiempos han cambiado para peor.