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Unas líneasEduardo de Rivas

Todo OK, José Luis

Resulta difícil de entender cómo dos ocupantes de aquel Peugeot con el que Sánchez recorrió España montan una trama corrupta dentro del Gobierno sin que el presidente se entere de nada

Año 2018. Pedro Sánchez y el VAR llegaban a nuestras vidas para hacernos mejores. Uno quería eliminar la corrupción de nuestro sistema político y el otro, acabar con las injusticias en el fútbol. De haber estado por allí, Leire Pajín lo habría definido como una conjunción planetaria, como fue la coincidencia en el tiempo de Obama y Zapatero, pero seis años después seguimos con el sistema igual de corrupto (incluso peor) y sin tener ni idea de lo que pitan los árbitros.

Meses antes, en 2017, el hoy presidente del Gobierno se ponía al volante de un Peugeot 407 para recorrer España y recabar apoyos para volver a convertirse en el líder del PSOE. Lo acompañaban Adriana Lastra (hoy defenestrada), Santos Cerdán (artífice de los pactos de investidura que rompieron la igualdad de los españoles), José Luis Ábalos (exministro de Transportes, mano derecha del presidente y, en estos momentos, al borde de la imputación) y Koldo García (un portero de discoteca que fue escalando en el partido hasta convertirse en el centro de una trama corrupta). Esa aventura se emprendió una vez que el PSOE había expulsado a Pedro Sánchez de la secretaría general, por lo que cada asiento en aquella particular Operación Retorno se pagaba alto en niveles de confianza. Resulta entonces especialmente difícil de entender cómo dos de esos ocupantes acaban montando una trama corrupta dentro del Gobierno sin que el presidente se entere de nada.

Es indiscutible que Sánchez estaba al tanto de los tejemanejes de Ábalos y Koldo. Es obvio que sabía que el escándalo podía estallar en algún momento cuando decidió prescindir de Ábalos como ministro. Y es irrebatible que trató de defenderlo, como pago a servicios prestados, otorgándole la inmunidad parlamentaria. Así lo pienso yo y también la mitad de los españoles, como se desprende de la encuesta que publica hoy este periódico. Sánchez venía para acabar con la corrupción y ha terminado con todo su entorno en manos de la Justicia: su mujer, su hermano, su fiscal general y su persona de máxima confianza en el partido. Así que o el presidente del Gobierno es la peor persona a la hora de elegir a sus allegados, o hay un nexo común imposible de negar en todos los casos, por mucho que quieran cerrar los ojos el 80 % de los votantes socialistas.

Y ese es el problema del país, que por mucho que haga Sánchez siempre habrá quien niegue la mayor, sumándose a la teoría de la conspiración, de los bulos y de los pseudomedios. Defenderán que la hierba es roja y la Tierra plana si así lo pide el Gobierno. Y así hay quien todavía piensa que el 1 es inocente en esta trama y que Ábalos no mentía al presentar a Sánchez en aquella moción de censura como el adalid contra la corrupción. Le darían el visto bueno a aquel discurso igual que hicieron con la visita de Delcy Rodríguez: «Bien». Pues eso, todo OK, José Luis.