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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Tragedia polillera

Se nos olvidó, tanto a mi mujer como a mí, cubrirlas con fundas. Y mis cuatro chaquetas han sido agujereadas por las polillas, a las que les gusta el 'cashmere' más que una cigala a un sindicalista de UGT o Comisiones Obreras

Hoy me libro de la política y me apresuro a escribir sobre una tragedia personal. Se tratará de un texto muy elitista y bastante 'snob', de esos que irritan a mis lectores de la cáscara amarga o mantenidos del PSOE, a los que tengo que agradecer su fidelidad.

Barca

Ignoro cuantos son los lectores de El Debate que saben y conocen quién fue el Conde de Teba. El mítico cazador, el mejor tirador de España, Carlos Mitjans Fitz James Stuart, propietario de una de las casas y campos más atrayentes de España, 'La Ventosilla'. Su antepasado, el Duque de Santoña, que era de la cofradía del puño –algún nieto ha heredado un lugar de cofrade de honor–, fue diana del ingenio de don Manuel del Palacio, el genial poeta satírico del entresiglos del XIX al XX.

Si vas a La Ventosilla
Lleva una buena tortilla
Para no desfallecer,
Porque el Duque de Santoña
Puede gastarte la coña
De dejarte sin comer.

A pesar de la diferencia de edad, fui gran amigo de Teba, 'Bunting', un señor de señores, ahijado de Alfonso XIII y con una sabiduría popular y campera excepcional. Con Santiago Muguiro, el Conde de Gamazo, los hermanos Ozores, el histórico comandante de Iberia Rafael Castillo, Gonzalo Arión, Juan Luis Aznar y los hermanos Gil de Biedma, Javier, Conde de Sepúlveda, y Santiago, hoy en trances difíciles de salud, formaban la tertulia matutina de Balmoral, fundado como el restaurante El Bodegón, por Jacinto San Feliú, un catalán enamorado de Madrid. Su barman, Ángel Jiménez, formado en el bar del Palace, hizo mucho para que fuera, durante muchos años, el mejor bar de Madrid, hasta que se lo compró el empresario Alfonso Fierro, que lo estropeó un poquito. Pero el jefe de la Peña era 'Bunting' Teba, en los últimos años casi ciego, pero siempre ingenioso y punzante.

El Conde de Teba – cuyo título lleva hoy otro gran cazador y ganadero al que los lobos de la sierra del Guadarrama le han matado en torno a las 200 reses mientras la ministra despeinada los ampara más que a los humanos dispuestos a nacer, Jaime Patiño Mitjans, cazador a la antigua, o lo que es igual, cazador de verdad, es descendiente directo del que fue el inventor de las chaquetas 'Teba', cuya comodidad y elegancia las han convertido en imprescindibles para todos los que viven el campo y sus circunstancias. La camisería «Bel y Cía» del Paseo de Gracia en Barcelona, fue la que mejor interpretó el diseño de las 'Teba', y durante muchos años mantuvo casi la exclusiva, con una cartera de clientes de Madrid, Sevilla, Córdoba, Jaén y Extremadura muy difícil de superar. Años más tarde, les nació la competencia.

Yo me hice tres 'Teba' en Bel y Cía. Una gris, otra verde verde-encina, y una color reserva de Rioja. La última se la regalé a unos de mis hijos después de una angustiosa experiencia. Fui al aeropuerto de Barajas a recibir a un amigo y un grupo de japoneses me confundió con un «chaqueta roja» de Iberia. Me culpaban del retraso de su avión destino a Roma, y abandoné Barajas a la carrera. El viajero al que fui a recibir se vio obligado a subirse a un taxi, y tardó tiempo en perdonar mi deserción. Posteriormente, mezcla de lana y 'cashmere' me compré una 'Teba' azul marina en Léster, otra del mismo color me la regaló mi queridísima amiga Verónica Patiño, nieta de 'Bunting', que las vende en La Ventosilla, y una última, verde oscura, también de 'cashmere' me la regaló mi inolvidable amigo Luis De la Peña, confeccionada a la medida por Jaime Gallo en su camisería de la calle de Ayala. Y cuando, cinco años atrás, abandoné Madrid para pasar el último tramo de mi vida en mi paraíso terrenal de La Montaña, me llevé, claro está, mis cuatro 'Teba', para enriquecer con su estética los verdes montañeses.

No calculé que el cambio de la sequedad castellana a la humedad del Cantábrico me llevarían a la tragedia. Se nos olvidó, tanto a mi mujer como a mí, cubrirlas con fundas. Y mis cuatro chaquetas han sido agujereadas por las polillas, a las que les gusta el 'cashmere' más que una cigala a un sindicalista de UGT o Comisiones Obreras. Encontrarse de golpe sin chaquetas 'Teba' es un drama para quien las ha llevado durante más de cuarenta años. Es como perder a cuatro hermanas de golpe, a cuatro compañeras de días inolvidables, a cuatro novias leales y guapísimas. Y aquí estoy, con mis 'Teba' agujereadas por las insolentes polillas que no se ven, pero que, al menor descuido, colonizan mi armario y se las comen.

Molesta mucho a mis seguidores de la cáscara amarga que mi vida se haya resuelto por el camino de la felicidad y el inmerecido éxito. Por ello, hoy, y sin que sirva de precedente, les hago partícipes de mi tragedia.

Las polillas se han comido mis chaquetas 'Teba'.

Es de esperar que, a sabiendas de mi drama, merezca su comprensión, su pésame y su simpatía.