Respuesta a un tataranieto de cabreros analfabetos
No es el primer periodista en el que lo veo y por eso mismo creo que puedo advertirle y aconsejarle que no hay peor lacra para tener una visión objetiva que el resentimiento social. Quede usted con Dios
El diario El País dedicó el domingo una extensa información –una página entera en papel– a las actividades de la Asociación Católica de Propagandistas, propietaria última de este periódico. Era muy informativa y destacaba, con razón, el papel de la ACdP en el mundo de la educación: universidades, colegios, colegios mayores… De las universidades salen todo tipo de graduados y doctorados, desde grandes personalidades y profesionales hasta detritus humanos. De todo hay en la Viña del Señor. Y la culpa no es de la Universidad.
El mismo domingo yo publiqué aquí una columna titulada «La degradación de un periódico» en la que denunciaba su actitud como prueba de esa degradación: «En el mismo diario, una página más allá en la edición en papel había la columna semanal de un periodista, Idafe Martín Pérez, que se dedica a injuriar a todos los medios que no están alineados con sus posiciones. Esta semana, afortunadamente, no se acuerda de El Debate porque ha debido comprender que cuanto más nos nombra, mejor nos va. Pero sí arranca una frase que describe perfectamente la catadura moral de Idafe y del periódico que le publica: ‘Los panfletos ultras, como The Objective …’ Esto retrata perfectamente a El País de 2024, en el que no queda nada de lo que un día intentó ser. The Objective es un periódico cuyo director fue redactor jefe de El País hasta la masacre que hizo en la redacción Joseph Oughourlian en su afán por agradar al sanchismo. En este periódico son firma habitual Juan Luis Cebrián, Antonio Caño, Fernando Savater, Antonio Elorza, César Antonio Molina o Félix de Azúa. Todos ellos parte de la historia de El País. Pero desde que no están en ese periódico –la mayoría porque fueron despedidos– ahora son ultras. Con un par.»
La respuesta del señor Martín llegó en X a primera hora de la mañana del mismo domingo: «La ‘injuria’ es un delito, @PerezMaura. Si me dedico a ‘injuriar’, por qué nadie se ha querellado? Porque no es injuria, sino una saludable crítica a la mala praxis y a quienes se dedican al bulo y al odio. Lo delictivo es su calumnia. Ps: ese ‘había’ es incorrecto»
Maravilloso sofisma. No le han denunciado porque todos los mentados se dedican al bulo y al odio de lo que se deduce que efectivamente hacen un «panfleto ultra». Y, por cierto, el uso del «había» es perfectamente correcto. Quizá estilísticamente se pudiera mejorar. Pero gramaticalmente agradeceré que no me dé lecciones.
Como no me da la vida para responder a memeces, Idafe Martín debió crecerse y pocas horas más tarde, al final de la mañana volvía a la carga: «Le duele que el tataranieto de cabreros analfabetos de lo que entonces era tierra de migración y hambre le levante las mentiras, el odio y los bulos al panfleto carcatólico de tataranieto del presidente del Gobierno de Alfonso XIII. La clase, @PerezMaura, no se hereda.» ¡Qué nivel, Maribel!
Mire, pobre hombre: yo tengo el mismo derecho que usted a estar orgulloso de mis dieciséis tatarabuelos. De todos podría contar alguna historia tan positiva como la de haber sido analfabetos y pastores de cabras: las de los míos, entre otras, son el comercio marítimo con América, la creación del que hoy es el primer banco de España, el descubrimiento de las cuevas de Altamira… no le voy a castigar con la historia de mi familia, porque a usted esos éxitos le producen ojeriza. Pero si sus tatarabuelos eran analfabetos, espero que progresasen en ese terreno proporcionalmente tanto como don Antonio Maura, que llegó a Madrid con 15 años sin hablar español –sólo hablaba mallorquín, por supuesto que no catalán– y llegó a dirigir la Real Academia Española durante doce años y hasta su muerte.
Yo llevo siendo un asalariado desde el 18 de julio –con perdón– de 1989. Sólo el 15 de octubre de 2020 me quedé sin sueldo porque abandoné el periódico que me lo pagaba. Por eso no pude cobrar subsidio de desempleo. Pero desde el 1 de septiembre de 2021 me lo gano cada día en este periódico al que usted desprecia y al que acusa, sin pruebas, de mentir en sus datos de difusión. Y, por cierto, jamás he sido despedido de ninguno de los programas de radio y televisión en los que he sido colaborador. Lo más cerca que he estado de eso ha sido mi salida de Cuatro, donde participaba en el programa de la llorada Concha García Campoy cuando la cadena fue absorbida por Telecinco. Me ofrecieron seguir, pero me negué a trabajar para Berlusconi.
Por lo demás, creo que el nivel de seguidores que tiene usted en X queda demostrado con la reacción a su respuesta a mi artículo que ofrece @juanjoph_73 en la que le responde a usted diciendo: «Hay una canción del fútbol argentino que defiende perfectamente lo que le has hecho al chiquillo este del panfleto de Bieito» y reproduce un vídeo de la afición tras un partido River-Boca y una de las dos hinchadas celebra la victoria cantando algo así como «Mira, mira, mira, sácale una foto, se van con el culo roto». Yo prefiero dejarle esos placeres a usted y sus seguidores. En eso han quedado hoy los lectores de El País.
Y cuando tenga un rato, si puede, me responde por fin a lo que yo denunciaba en mi artículo: que llame «panfletos ultras» a medios como The Objective o VozPópuli. De eso no ha replicado ni palabra. Sólo un último consejo, estimado señor Martín Pérez. No es el primer periodista en el que lo veo y por eso mismo creo que puedo advertirle y aconsejarle que no hay peor lacra para tener una visión objetiva que el resentimiento social. Quede usted con Dios.
P.S: ¿En qué Universidad estudió usted señor Martín Pérez? ¿Qué poso le dejó?