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Desde la almenaAna Samboal

El fraude del hilo dental

La dimensión de la bronca entre Pedro Sánchez, aunque sea por portavoces interpuestos, e Isabel Díaz Ayuso es proporcional al tamaño de la basura que se quiere tapar. Cuanto más ruido, aunque haya que abrir los telediarios con un paquete de kleenex, menos racionalidad

De ser Ayuso, andaría con cien ojos: empiezan con el hilo dental y continúan con la higiene íntima. Tienen que estar buscando en los cubos de la basura a ver si encuentran su ADN, no vaya a ser que lo haya compartido. En su caso, andaría con cuidado, porque María Jesús Montero debe haber dado la orden de buscar en el vestidor del ático a ver si aparece, envuelto en papel de regalo de cumpleaños, uno de los bolsos de Ana Mato o Rita Barberá. Dada la escasa ejemplaridad y la poca picardía en la forma de actuar de la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, no habría que descartarlo.

En todo caso, debemos congratularnos ante el celo de la inspección de Hacienda a la hora de detectar y evitar que un ciudadano muy pesetero perpetrara un fraude de cuarenta o cincuenta céntimos, que es lo que debe suponer el IVA del hilo dental. Es una verdadera lástima que no anduvieran un poquito más espabilados para evitar la evasión de doscientos millones de euros de la trama de los hidrocarburos, el tráfico de lingotes de oro venezolanos, el coste de la desaparición de millones de mascarillas, el gasto de un ministro y secretario de Organización del PSOE en viajes de señoritas de compañía o los chalets a mil quinientos euros el día. ¿De dónde sacaba José Luís Ábalos para tanto como destacaba? Solo con eso, habíamos pagado una nómina entera de las pensiones durante un año. Con lo espabilada que es la ministra de Hacienda para hacer las cuentas, no parece lamentarlo.

La dimensión de la bronca entre Pedro Sánchez, aunque sea por portavoces interpuestos, e Isabel Díaz Ayuso es proporcional al tamaño de la basura que se quiere tapar. Cuanto más ruido, aunque haya que abrir los telediarios con un paquete de kleenex, menos racionalidad. ¡Tinta de calamar!, que la estrategia funciona. Sobre todo si Puigdemont, que ha demostrado que mantiene el control de los siete escaños que pueden dar carpetazo a la legislatura, decide dejar al Gobierno compuesto y sin presupuestos. No vaya a ser que si llamados a las urnas, reina la racionalidad, caigamos en la cuenta de que la Justicia investiga a la mujer del presidente, al hermano del presidente, a su fiscal general del Estado y a su hombre de confianza, el hombre de los dineros, en el Gobierno y en el partido.

Todo sea por conservar el poder, aunque no sepan como usarlo. Provoca perplejidad, cuando no verdadero sonrojo, ese afán por mantener el sillón, bronca va y bronca viene, con el único fin de figurar. Los trenes, en el mejor de los casos, se retrasan, cuando no descarrilan. Las empresas energéticas congelan inversiones, cuando no huyen a Portugal. La Biblioteca Nacional se inunda. Los propietarios de inmuebles sienten pavor a la hora de alquilar porque, si dan con un sinvergüenza, pueden enfrentarse a un calvario de años para recuperarla. La vivienda se ha convertido en una emergencia nacional porque no hay oferta ni salarios suficientes para pagar los precios si la hubiera. Suma y sigue… Que a nadie le dé por pensar. Desde luego, en un país de cotillas, resulta más entretenido debatir sobre el hilo dental del novio de la presidenta. Esto ya funcionó con el desglose de las cuentas de las tarjetas black.