Preparó el Estatuto vasco

Cuando una tesis doctoral, además de recibir el Premio Extraordinario en la Universidad Complutense en 1971, estuvo dirigida por Eduardo García de Enterría y prologada, una vez publicada, por Miguel Artola, es harto probable que su autor tuviera por delante una gran carrera académica. El trabajo en cuestión se centraba en «Las Asociaciones Religiosas en la España Contemporánea. Un estudio jurídico-administrativo. 1767-1965».

Mas por aquella época, la del tardofranquismo, José Manuel Castells dirigió el grueso de sus esfuerzos, apoyados por una sabiduría jurídica que ya era sólida, a imaginar el futuro encaje del País Vasco en una España democrática. De ahí que no resultase extraño que, cuando se produjo el cambio de régimen y se puso en marcha el Consejo General Vasco, la institución preautonómica, fuera designado director de Administración Local, atalaya desde la cual fue preparando, en compañía de otros, el terreno que culminó en la aprobación del Estatuto de Guernica en 1979.

La consecución de ese objetivo le devolvió a Castells la vida académica: profesor titular de Derecho administrativo desde 1974, diez años más tarde obtuvo la cátedra de esa especialidad en la Universidad del País Vasco, de la que fue decano de la Facultad de Derecho y también secretario general. Unas ocupaciones —entre las que figura, asimismo, su pertenencia a la Comisión Vasca de Arbitraje— que no fueron óbice para que desarrollara una fructífera labor intelectual plasmada en la producción de 17 libros y 119 trabajos y su participación en 38 congresos nacionales e internacionales, así como la dirección de seis tesis doctorales.

Más allá de su trayectoria intelectual, la figura de Castells se enmarca en una familia muy presente en la vida pública vasca. No siempre para bien: su hermano mayor, Miguel, penalista, fue uno de los abogados defensores de Mario Onaindía durante el Proceso de Burgos en 1970, antes de convertirse en parlamentario de Herri Batasuna, mientras su antiguo defendido iniciaba un itinerario más democrático que le llevaría al PSOE. Otra hermana, María Teresa Castells, casada con el exconsejero socialista José Ramón Recalde, fue durante décadas el alma de la librería donostiarra Lagun. El establecimiento estuvo en el punto de mira de las autoridades franquistas, siendo posteriormente víctima de la violencia etarra.