Fundado en 1910
Perro come perroAntonio R. Naranjo

O con el pueblo o contra él

El Rey ha elegido y todos deben hacerlo: o con la gente o con Sánchez y su régimen de siniestros propagandistas

Cualquiera que lea, vea o escuche a los medios del régimen, engrasados con el dinero público suficiente para prevenir tres DANA, habrá pensado que la ejemplar, masiva y necesaria protesta del pueblo valenciano contra Pedro Sánchez y, en menor medida, Carlos Mazón, fue en realidad una violenta operación fríamente preparada por la ultraderecha, tras una campaña para calentar el ambiente con bulos terribles sobre la falta de prevención primero y de socorro después en las zonas afectadas.

Este es el nivel del sanchismo mediático y de las casas de citas donde se perpetra, con infinita más manipulación que el NO-DO franquista: allí se limitaban a exaltar las supuestas excelencias del Caudillo, aunque media España pareciera aún Las Hurdes; ahora además de eso se dedica todo el tiempo posible a señalar a enemigos imaginarios, perseguir a la disidencia democrática y dar cobertura abyecta a un siniestro personaje con el fango de la corrupción y la incompetencia ya hasta las cejas.

El pueblo valenciano ha hecho el Motín de Esquilache, Fuenteovejuna y la Revolución de los Claveles a la vez, protestando con razón ante la cadena de despropósitos, olvidos, abandonos y desprecios de un Estado dirigido por un señor que cree más prioritario atender a Palestina, proteger policialmente a su esposa o acordonar su presencia en los Goya que avisar a los valencianos del tsunami que les venía encima y, una vez consumada la evitable tragedia, atenderles a la medida de los impuestos que pagamos y la humanidad que se nos supone.

El Rey y la Reina aguantaron la parte de la protesta que también les tocaba, como símbolos que son de un Estado desaparecido en medio del horror, pero levantaron el vuelo al entender la impecable lógica de la protesta y abrazarse a ella con sinceridad y modestia.

A veces todo se juega en un instante, en eso que Stefan Zweig describió en la imprescindible «Momentos estelares de la humanidad» y decanta cómo pasará a la posteridad cada persona y cada momento.

Felipe VI se dio cuenta y se quedó, junto a la Reina, ejerciendo de terapeutas para el desahogo y de prueba viviente de que, pese a Sánchez, España y el Estado existen y no se van a diluir en la DANA abyecta de mentiras, cálculos, errores y tácticas de un déspota nada ilustrado que vio en Valencia una oportunidad de escapar de su olor a Begoña, a Aldama y a Koldo y dañar a sus adversarios, aunque fuera a costa de dejarse ahogar a miles de personas. Y el intento de repetir el 11-M o el Prestige le ha salido por la culata, el mismo sitio por el que huyó para no mancharse de barro los mocasines.

El Rey se quedó porque debe, pero además porque puede. Y Sánchez huyó porque no quiso quedarse y además no puede. Y ese contraste refleja la metáfora del momento, la moraleja de una época en España en la que solo hay dos opciones: o con el pueblo, o con Sánchez. Y el que elija lo segundo, le acompañará en su inevitable viaje al infierno, por mucha RTVE que eche toneladas de colonia barata para tapar el hedor.