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TribunaJosé F. Martín Cinto

El Valle de los Caídos

La cruz tenía que representar la unidad de todos los españoles en torno a lo que nos definió siempre en el mundo. A su vez, deja constancia de la derrota en nuestra patria del comunismo más radical

Considero importante, no solo para mí, sino para muchas más personas, dedicar este artículo, a trascribir a través de vivencias personales, todo lo que representa para España, El Valle de los Caídos.

Antes de empezar, no quiero dejar de expresar mi más grande repulsa a todo lo que se está haciendo en este sitio tan maravilloso desde que está ejerciendo el poder un autócrata para el que la moral no existe, dado que esa asignatura no la aprendió de niño. Está intentando destruirlo como si se tratara de algo indigno de existir en España.

La construcción del monumento en el Valle, entonces llamado de Cuelgamuros, comenzó en 1940 y se terminó abriendo al público en 1959. Todo el conjunto de la obra en el Valle, pertenece a La Fundación Santa Cruz del Valle de los Caídos y hasta lo que yo sé, lo gestiona Patrimonio Nacional. No es el motivo de este artículo dar cifras de visitantes, pero se puede estimar que desde que se empezaron a verificar, a partir de 1.990, el número anual de visitantes puede oscilar entre 200.000 y 500.000, según que año.

Ahora, unos pocos datos: En el Valle de los Caídos funcionan o funcionaban basílica, abadía y el monumento de la cruz. Los arquitectos fueron Pedro Muguruza, que falleció al principio, y Diego Méndez, siendo las esculturas de Juan de Ábalos y Taborde. La Gran Cruz tiene 150 metros de altura, con 24 metros en cada brazo, con un cálculo de estructura difícil, dado el pandeo real a la altura del crucero.

Una vez hecha esta pequeña introducción, quiero repasar, lo que a lo largo de tantos años, desde su inauguración en 1959, he vivido con visitas y acontecimientos desarrollados allí.

Esta maravillosa obra y va siendo hora de que se diga claramente, fue efectivamente un empeño personal de Franco, pero su motivación me consta que era buscar un gran valle abierto y tranquilo donde poder coronarlo con una gran cruz, que representaría la catolicidad de España desde siempre y que como ejemplo podemos empezar por la conquista de América, donde todos fueron considerados ciudadanos españoles, con una unidad inquebrantable gracias a que siempre llevamos por delante de nosotros Fe católica. Prueba de ello, es que la independencia en repúblicas de nuestras tierras de América, se produce después de llegar allí los anglosajones y la masonería con ellos, que son los que consiguieron romper nuestra unidad a través de la Fe católica y que no pudimos contrarrestar, al estar embarcados aquí, en una guerra contra los franceses principalmente.

La cruz tenía que representar la unidad de todos los españoles en torno a lo que nos definió siempre en el mundo. A su vez, deja constancia de la derrota en nuestra patria del comunismo más radical.

Una anécdota que me gustaría resaltar es que precisamente asistí con toda la familia a la boda de un hermano mío en la basílica del Valle de los Caídos, que se celebró el 26 de diciembre de 1968. Pues bien, dio la casualidad que ese día, además de haber en otra parte la filmación de una representación de La Vida es Sueño, vimos directamente la llegada de muchos camiones trasladando los féretros de los caídos durante la Guerra Civil, de los dos bandos, sin preferencia y número por ninguno de ellos. Vivíamos con la esperanza de hacer por fin una España grande, libre y unida y que nunca se pudiese volver a poner a nadie en situaciones no deseadas.

Hace poco tiempo, he estado una vez más en El Valle de los Caídos, que por distintas circunstancias llevaba tiempo sin haber podido ir y realmente se me cayó el alma a los pies al ver el grado de deterioro progresivo , que está teniendo toda la colosal y magnífica obra, que se hizo allí con el esfuerzo de todos y para todos los españoles, para que así pudiésemos decir otra vez todos juntos que nuestro destino siempre estará unido a la fe católica. Hemos podido ver, gracias a la deplorable y mentirosa memoria democrática, o como ahora se llame, como se están trasladando fallecidos de un bando o de otro, sin ningún sentido y, desde luego, sin la más mínima garantía de estar haciéndolo bien.

Todo lo que se está realizando, sobre todo desde que el insigne Zapatero apareció en escena y con la colaboración del autócrata mentiroso, es tratar de contarnos una sarta de mentiras de nuestra historia y pretender además que la horrorosa Segunda República española fue idílica cuando la verdad irrefutable es que fue la peor pesadilla que creo nunca se vio en nuestra querida España.

Envío este artículo con la esperanza de poder volver a remover conciencias de tantas personas de bien, que están viendo como machacan una y otra vez el legado de nuestros mayores para no querer consentir por más tiempo tanta afrenta.

  • José Fernando Martín Cinto es licenciado en Ciencias Físicas