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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Finalmente, me borro

¡Lluis Llach! Se trata de un chico afanoso, de un poeta del pueblo, de un luchador contra el franquismo. Sus abuelos eran franquistas, su padre fue jefe local del Movimiento y militó en el Requeté catalán, y fue alcalde de Veges durante 13 años en vida del Generalísimo

Y vamos muchos amigos. Ya hemos contratado los autobuses. Las bebidas y los bocadillos los llevamos desde aquí, que nos sale más económico. Y las pancartas. Previamente, procederé a tatuarme mis antebrazos con mensajes 'sostenibles', de impacto. No es necesario que llevemos muda, porque para lucir en ese tipo de actos multiculturales la cochambre no está mal vista. Me hacía ilusión ponerme el 'frac', pero he hermoseado y me aprieta. Da igual. Otra vez será.

No me pierdo ese concierto y vamos a madrugar para ocupar la primera fila. ¡Qué cartel de artistas musicales! De teloneros actuarán los profesores de la «Companya Eléctrica», que me encantan. Voces sutiles al tiempo que estremecedoras. Después, la repera. Nada menos que Dharma, Sopa de Cabra, 'Oques Groses' y 'Els Catarres'. Los de 'Els Catarres' son lo más. Si no me equivoco, tienen un batería excepcional, de los que emocionan con su ritmo, que son pocos los que consiguen enloquecer al público, que acostumbra a ser un público entendido y preparado para soportar cualquier cosa. Descanso. Botellón, bocata… y lo que se tercie, que se tercia bastante en esos espectáculos multiculturales 'sostenibles'. Me sucede lo que a Juan Carlos Girauta, que todo lo 'sostenible' me apasiona. ¿Cómo hemos podido vivir siglos y siglos sin elementos 'sostenibles'? Terminado el descanso, la bomba rebomba. Julieta, La 'Fumiga' 'Figa Flawas' y 'Fam'. Me interesa comprobar «in situ» , en la primera fila, la evolución del solista de 'Figa Flawas', que ha sustituido al titular de toda la vida. Le deseo lo mejor en este primer contacto con el público de la Cultura. Y al final, la marimorena, el no va más, el Everest de la cantautoría alegre y cachonda. ¡Lluis Llach! Se trata de un chico afanoso, de un poeta del pueblo, de un luchador contra el franquismo. Sus abuelos eran franquistas, su padre fue jefe local del Movimiento y militó en el Requeté catalán, y fue alcalde de Veges durante 13 años en vida del Generalísimo. Pero lo hizo en contra de sus hondos principios catalanistas. Se limitó, porque es educado a más no poder, a respetar a su familia, guardando en el cofre de su futuro su profunda identidad independentista. Pero eso no es lo más importante. Lo importante es que se trata de un juglar que arrasa, de un trovador que encandila, de un rapsoda que enloquece, de un vate lírico de muy complicada superación. Y gracias a organizaciones como ANC y «Omnium», culminará un concierto dedicado al 'País Valencía', que sinceramente, y sin pretender herir las buenas intenciones de tan prestigiosos grupos y solistas musicales, no está para conciertos en los actuales momentos. Porque Llach, de quien dicen que en la distancia corta es un alegre muchacho, en público se pone muy trascendente, y si actúa al final del concierto, es muy probable que nos duerma a todos los asistentes, sin negarle con este supuesto, ni un ápice de su calidad y prestigio internacional. Cantará con su mejor voluntad, y esa disposición, en principio, me produce un infinito respeto.

No obstante, hojeando y pasando páginas del Dicccionario de la Lengua Española de la RAE –edición del Tricentenario–, me topo con voces y acepciones interesantes. Me sucede lo que a Mingote, que disfrutaba leyendo el Diccionario de la RAE y el de María Moliner. Y me detengo, por casualidad, en la palabra 'Sadismo', y en su segunda acepción: «Crueldad refinada, con placer de quien la ejecuta».

Ese concierto, tan hermosamente organizado, no se me antoja, en los momentos actuales, oportuno. El sufrimiento de los valencianos no necesita más dolores añadidos. Renuncio a la primera fila. Y en lugar de disfrutar de tan melódicas actuaciones, me limito a rezar por Valencia y por España, a sabiendas de la irritación que puede causar mi impertinente acción. Y aquellos versos anónimos de un libro del entresiglos del XIX al XX.

Yo quiero para mi tumba…
El azul de la Albufera,
La luz de la Malvarrosa,
Mi Virgen, junto a una rosa,
Mi Cristo, junto a un clavel.
El aroma de la piel
De mi Valencia adorada;
No quiero en mi tumba, nada
Que brille en falsa apariencia.
Quiero descanso, decencia,
Amor, y jamás cizaña…
Mi Señera de Valencia
Y mi Bandera de España.

Me borro del concierto.