Solución Solzhenitsyn
Me obsesiona la mentira. O las mentiras descaradas que nos cuentan los políticos y sus satélites. Como, por ejemplo, que el Gobierno estuvo desde el minuto cero en la tragedia de Valencia
Uno de los consejos del nunca olvidado David Gistau es que debemos escribir de aquello que nos obsesiona. Todo lo demás suena a impostado, a falsedad o a postureo. Yo estoy de acuerdo. Y ahora me obsesiona la mentira. O las mentiras descaradas que nos cuentan los políticos y sus satélites. Como, por ejemplo, que el Gobierno estuvo desde el minuto cero en la tragedia de Valencia. Cuando todos hemos visto con nuestros propios ojos que de eso nada.
Tan descarado es que ha empezado a circular viralmente por redes y mensajería esta cita de Hannah Arendt: «Mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que ya nadie crea en nada. Un pueblo que ya no puede distinguir entre la verdad y la mentira no puede distinguir entre el bien y el mal. Y un pueblo así, privado del poder de pensar y juzgar, está, sin saberlo ni quererlo, completamente sometido al imperio de la mentira. Con gente así, puedes hacer lo que quieras». Debe de tener razón Arendt, porque es imposible a estas alturas que nos mientan con tanto descaro con la intención de engañarnos. O nos quieren volver locos o relativistas o directamente humillarnos.
Pero quien más se humilla es quien repite las mentiras. He hablado de mi obsesión en general, pero la mentira del general de la UME es la que me tiene atónito. El mismo que decía que no podían intervenir hasta no tener todos los permisos y que tuvieron que esperar, se suma al argumentario del Gobierno y repite lo del minuto cero, que no se cree nadie.
Viendo cosas así se entiende por qué siempre se ha considerado la sinceridad como la prueba definitiva de la nobleza auténtica. La élite ateniense no presumía de sangre azul, ni de propiedades rurales, ni de riquezas financieras, sino de honestidad. Para definirse a ellos mismos decían: «Nosotros, los veraces». Y siguió siendo siempre así. Un hidalgo, si daba su palabra, era un siervo de su palabra. Un samurái, si le exigías que jurase que era verdad lo que había dicho, te cortaba en dos con la katana. Si lo había dicho, es porque era verdad, y exigirle otra prueba era ofenderle gratuitamente.
Como la vida es muy complicada, a uno le queda callarse, si no cabe contar la verdad. Veamos, pues, lo del general. Si por no dejar mal al presidente o al ministerio, no puede recordar las cosas como fueron, pues se calla y salva la veracidad de los hechos, la escala de mando y, de paso, el honor. Pero mentir, jamás.
No caigamos, sin embargo, en el desánimo porque este artículo todavía puede tener una conclusión feliz. Cuando comprobamos el interés tan intenso que tienen nuestros gobernantes en mentirnos, cuanto más a la cara mejor, y en que repitamos sus mentiras, tenemos que darnos cuenta del valor de resistencia que tiene la pura verdad. Ya lo había dicho Tomás de Aquino en su Comentario al libro de Job, si uno dice la verdad saldrá victorioso, incluso frente a alguien mucho más poderoso, porque la verdad no se inclina ni ante el prestigio ni ante el número ni ante la fuerza. Solzhenitsyn, él solo, preso frente a la implacable dictadura comunista, se dijo que jamás mentiría y punto. Esa sería su resistencia: decir la verdad siempre que pudiese y, si no se podía, callarse. Siendo fiel a ese propósito cumplió su objetivo de resistir a la tiranía, levantó una admirable obra literaria, ganó el reconocimiento de sus compatriotas y del mundo y fue capaz de cantarle también las cuarenta a Occidente en cuanto comprobó su cobardía y su falta de compromiso con la verdad. No sé qué diría él de la situación española.
Pero sí sé lo que nosotros no vamos a decir. Ni una mentira. Blas de Otero nos lo puso en verso castellano: «Ni una palabra / brotará en mis labios / que no sea / verdad. / Ni una sílaba, / que no sea / necesaria». No diré de un político, pero de un general uno esperaba el mismo compromiso que el de un poeta español o un novelista ruso. Como mínimo.