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El puntalAntonio Jiménez

Aldama retrata el muladar de Sánchez

De Aldama sabemos que su declaración convenció al fiscal y al juez poniéndole en libertad tras asumir que fue sincero y verosímil en sus respuestas. De Sánchez y su tropa tenemos la certeza de que mienten con enorme sinceridad

El dilema entre creer a un imputado o al jefe de Gobierno que ha hecho de la mentira y el engaño su norma habitual de conducta política no parece difícil de resolver. Es más creíble todo lo que denuncia Aldama por ser coherente con lo que ha investigado la UCO y se ha venido publicando, que lo que responde y niega el felón de la Moncloa .

La bomba de racimo soltada por Aldama en la Audiencia Nacional, de efecto atronador y devastador entre Ferraz y Moncloa, cobra mayor trascendencia, sin embargo, cuando horas después el comisionista deja Soto del Real y dinamita el argumento de contención de daños, basado en acusaciones sin pruebas, que habían esgrimido sus señalados empezando por el presidente del Gobierno.

Sanchez soltó eso de «menuda inventada de un presunto delincuente cuya estrategia de defensa es la mentira» y Aldama le respondió que no se preocupe el señor Sánchez que tiene pruebas de todo lo depuesto. Un misil contra la línea defensiva del «sanchismo» que ha puesto de los nervios a sus dirigentes ante la previsible aparición de whatsapps, correos, fotos, audios, o cualquier prueba que comprometa o determine la implicación directa de los señalados por Aldama dentro de la trama corrupta liderada por Ábalos , persona de total confianza de Sánchez, y cuya organización delictiva se empotró en el Gobierno y en el partido que lo sustenta.

De Aldama sabemos que su declaración convenció al fiscal y al juez poniéndole en libertad tras asumir que fue sincero y verosímil en sus respuestas. De Sánchez y su tropa tenemos la certeza de que mienten con enorme sinceridad. El mitómano Sánchez, como le definió Aldama, es un embustero con pedigrí .

Entre creer al «nexo corruptor» de la trama o los desmentidos de Sánchez o Santos Cerdán, no tengo ninguna duda que Aldama es más creíble, entre otras cosas, porque no buscó con sus palabras la exculpación personal, ni proclamó su inocencia sino que se auto inculpó de delitos por los que no está dispuesto a penar en soledad. Digamos que repartió el marrón .

Santos Cerdán, acusado de haber trincado 15.000 euros como pago por el cupo vasco, según su terminología, en un bar frente a la sede socialista de Ferraz, visiblemente intranquilo, tuvo el cuajo de desacreditar la declaración del comisionista argumentando que la agenda política de este país no la puede marcar un presunto delincuente, él que se ha puesto de hinojos y rendido en el extranjero ante Puigdemont, ese sí , un declarado delincuente prófugo de la justicia con el botón nuclear de la legislatura y el destino de Sánchez en sus manos.

Paradójicamente, el número tres del PSOE bajo sospecha, los medios públicos y privados sanchistas y el resto de conmilitones socialistas que pretenden desacreditar la deposición de Aldama ante el juez, con una lluvia de querellas, son los mismos que tiempo atrás, sin embargo, otorgaron toda credibilidad y apoyo a las acusaciones de Barcenas o Villarejo contra Rajoy y el PP. Es la habitual ley del embudo político a derecha y a izquierda, últimamente más usada por los zurdos, que según el que la aplica y a quien, utiliza la parte ancha y generosa para sí mismo, mientras reserva la estrecha y angosta para los adversarios.

Prueba de ello es el indulto aprobado por Sánchez en el Consejo de Ministros al despechado exconcejal del PP, José Luis Peñas, condenado a cuatro años y nueve meses de cárcel que nunca cumplió, por haber tirado de la manta y denunciar la corrupción de la 'Gurtel' contra el PP. ¿ Saben como justificó Bolaños la medida de gracia gubernamental?: «Quien colabora con la Justicia tiene el apoyo del Gobierno». ¿Lo tendrá también Aldama tras su decidida colaboración para aclarar este tsunami de corrupción sanchista? Vaya pregunta más idiota, ¿verdad?

De lo que no hay duda es que esta legislatura, dure lo que quiera Sánchez y le dejen sus socios, hipócritas desvergonzados por su connivencia y complicidad con la corrupción del sanchismo mientras a Rajoy no se la perdonaron y acosaron hasta sacarlo de la Moncloa, ética y democráticamente está ya agotada y dependiente de las investigaciones judiciales en marcha.

Después del muladar retratado por Aldama, un «Berlín» judicial para Sánchez es la última esperanza de cuantos opinamos que no serán las urnas las que le expulsen del poder mientras una buena parte de la anestesiada ciudadanía prefiera un presidente de gobierno, autócrata, acosado por la corrupción de su familia y de su partido, débil y sumiso ante las minorías separatistas sacamantecas que miran por lo suyo y no por el interés de todos los españoles, antes que a un gobierno de la derecha. Esa estrategia de confrontación y polarización social alentada durante años por el felón «monclovita» ha conseguido que la alternancia política en España sea una anomalía, una excepción democrática y casi un imposible .