Las mentiras de Aldama
Sánchez habla de «inventada» y a mí hasta me hace dudar. De tanto mentir tiene que saber reconocerlo a la legua
Víctor de Aldama cantó La Traviata, se fue de la lengua de lo lindo y tiró bien de la manta. Será que en la cárcel hace mucho frío. Y eso que estamos en noviembre. Señaló a buena parte del Gobierno, a los importantes. A todos era imposible, ni siquiera a la mitad, porque no había tanto dinero para repartir. No dejó títere con cabeza y, aunque hablamos de un presunto delincuente, por la forma de contarlo, confesando algunos delitos, lo relatado parece coherente. Por lo menos, tanto como lo era para el PSOE lo que decía Bárcenas en su día.
Sin embargo (qué casualidad), para Ferraz, Aldama y Bárcenas solo se parecen en que necesitan un bote de gomina para peinarse. Todo es mentira, dicen, como si quisieran hacerle publicidad a Risto. Sánchez habla de «inventada» y a mí hasta me hace dudar. De tanto mentir tiene que saber reconocerlo a la legua. No iba a haber indultos, ni quitaría el delito de sedición, tampoco tocaría la malversación ni los catalanes tendrían una Hacienda propia. Y mucho menos se llevaría a cabo una amnistía porque era inconstitucional. Así que como para creerle ahora cuando dice que no conoce ni ha hecho negocios con el «personaje» de Aldama. Porque algo sabría del caso cuando quitó a Ábalos del Gobierno sin explicación alguna. O eso, o cambió de opinión y pasó de pensar que era un ministro que evitaba crisis diplomáticas a un inepto que había que quitarse de en medio.
Casi mitad de los españoles cree que Sánchez debería dimitir hoy mismo por las revelaciones del caso Aldama, según una encuesta que publica este periódico. Estaría bien que muchos de ellos lo hubieran pensado antes y entonces no tendríamos el problema que tenemos, con un presidente abrazado a la corrupción en Moncloa. Con su mujer investigada, su hermano imputado, su mano derecha a las puertas del banquillo de los acusados y su fiscal general maniobrando para evitar ser encausado, todavía tiene el cuajo de decir ante la prensa que tiene un Gobierno «limpio» que surgió para «acabar con la corrupción sistémica» y que «cualquier atisbo de corrupción» sería «extirpado de raíz». Pues todavía estamos esperando. Y seguiremos haciéndolo, porque si la caída de Sánchez depende de sus socios, ya se vio el otro día de qué lado estaban cuando apoyaron las reformas fiscales incluso después de saber lo que estaba contando Aldama. Pero claro, siempre será mejor un Gobierno de izquierdas corrupto al que poder manipular que un Gobierno de derechas. Dónde va a parar