El congreso coreano de Sevilla se pone serio
La mutilación de las consagradas siglas LGTBIQ+ es un acontecimiento de primer orden en el universo de la izquierda. Se acabaron los problemas de los socialistas a la hora de encajar la pregunta de su prole escolar: «¿Qué quiere decir la Q?»
Dos signos han desaparecido de la palpitante cartelería socialista. Ahora ya no ven ningún motivo de orgullo (¡ni siquiera una identidad!) en ser queer. Mucho menos en abrirse con un plus (+) a indefinidas e hipotéticas naturalezas. La mutilación de las consagradas siglas LGTBIQ+, para dejarlas en LGTBI, es un acontecimiento de primer orden en el universo de la izquierda. Implícita queda la imposición de un numerus clausus en el «colectivo» con la omisión del signo de sumar (ay, Sumar). No es moco de pavo. Se acabaron los problemas de los socialistas a la hora de encajar la pregunta de su prole escolar: «¿Qué quiere decir la Q?». Asumamos con generosidad que el progenitor sepa responder «significa queer». Pero la siguiente pregunta es inevitable, que los niños niños son: «¿Y qué significa queer? ¿Cuántos de los asistentes al congreso sevillano, orgía de culto al líder y a la catedrática consorte, son capaces de responder a dicha pregunta sin engaño?
Ni el pastiche llamado Sumar, adoctrinados en la silva woke de varia lección, habitantes de un inconcebible lugar a la izquierda de los socialistas aplaudidores de Sevilla, se aclaran con la jerga académica de género. La prueba es que la tropa de Yolanda Díaz ha denunciado la mutación cartelera como una señal de transfobia. ¡Con lo clara que brilla la T en el numerus clausus de la nueva corrección sexopolítica, metida entre la G y la B! La Españita Movistar no acepta los cambios de prejuicio hasta que los socialistas dan un giro. Aun parcial, como es el caso. Llegas a negar la Q y el signo de sumar anteayer y te cae una lluvia de insultos: de casposo a ejtremaderecha, de machirulo a señoro, de machista (acusación que suena vieja) a negacionista, comodín favorito de Sánchez. Pero si lo decide la PSOE, en la solemnidad de una tenida en honor de nuestro Kim Jung-un, de repente las caras en la Españita Movistar vienen a decir «pues claro, estas cosas caen por su propio peso».
Los progenitores que quieran seguir perteneciendo a la Españita Movistar a toda costa lo tienen más fácil ante preguntas embarazosas. Es cierto que uno siempre puede ir a Google, acceder a la guía que gentilmente ha publicado el BBVA, y responder al niño preguntón: «Queer son las personas que no se categorizan con las etiquetas tradicionales o aceptadas socialmente». Hará bien el infante en ahondar: «¿has dicho cate… gorizar?» Pero tranquilos, pronto el BBVA, como el resto del establecimiento, más el periodismo intxaurrondo, se ajustarán a la nueva taxonomía. Todo apunta a un Gobierno hereditario, ya se ha visto que para Sánchez la familia es lo primero, y que para el PSOE lo primero es la familia de Sánchez. Por eso un día, algún lejano descendiente de la dinastía Kim, digo Sánchez, descubrirá que «LGTBI» mezcla churras con merinas, géneros con orientaciones sexuales. Decretará nuevos estrechamientos del orgullo (¡LG y punto!) y los bisnietos del rebaño aplaudirán a rabiar.