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Pecados capitalesMayte Alcaraz

Gracias Manolo, gracias Pepe, por haber birlado tanto

La estampa vomitiva de los expresidentes condenados la completaba este fin de semana Susana Díaz, que les obligó a dimitir cuando era la líder andaluza y que los agasaja hoy con un cinismo de cemento armado

Juan Espadas –otro Juan, como Lobato, al que el caudillo de Moncloa se cargará en breve–, les dijo el sábado en el congreso búlgaro a los dos presidentes socialistas condenados por corrupción: «Gracias Manolo, gracias Pepe». Y Manolo (Chaves) y Pepe (Griñán) sonreían, agradecidos al presidente del Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, que les ha redimido de toda culpa. Les ha «amnistiado», al igual que ha hecho el jefe de todos ellos con los golpistas catalanes, pero por la puerta de atrás, borrando delitos como si fueran de quita y pon, dependiendo de quién los cometa.

Espadas, el líder socialista andaluz al que le quedan dos cortes de pelo como candidato, los calificó de servidores públicos. Y el Congreso estalló en aplausos. Porque ellos se indultan y ellos se vitorean, ellos delinquen y ellos se exoneran, ellos trafican con influencias y ellos se proclaman víctimas de una cacería ultra, ellos vivifican a Ábalos y a Begoña y ellos condenan a Ayuso y a su novio, ellos nombran a jueces amigos en el TC y ellos enmiendan la plana a más de una decena de magistrados que sentenciaron a Manolo a nueve años de inhabilitación por prevaricación y a Pepe a seis de prisión por malversación de caudales públicos, por no hablar de los fiscales e investigadores de la Guardia Civil que hallaron pruebas de su indecente conducta, a los que han dejado como Cagancho en Almagro.

Tenemos ante nosotros el colmo de la aberración y de la alteración del sistema de valores morales. A los socialistas que se niegan a ser cómplices de delitos se les echa y a los que participaron y sostuvieron el mayor escándalo de corrupción de la historia reciente de España, el de los ERE, un gigantesco fraude cometido con los fondos públicos destinados a prejubilados y empresas en crisis, se les extiende una alfombra roja como si fueran Sharon Stone.

Sabido es que, si el latrocinio lo comete la izquierda, aquí paz y después gloria. Siempre los hay peores; por ejemplo, los de la derecha. Con una morcilla metida en una sentencia por un juez amigo mandaron a Rajoy a su casa. Pero si en la Junta de Andalucía, los queridos Manolo y Pepe miraron para otro lado mientras se detrajeron 680 millones públicos para afines que ni sabían dónde estaba el palacio de San Telmo, pues tampoco es tan grave porque ni uno ni otro se metieron dinero en el bolsillo. Es más, tenemos que agradecerles que permitieron el saqueo y crearan una red clientelar que luego les votó, hasta perpetuar un régimen durante casi cuarenta años. Es que nos quedamos en nimiedades y nos quejamos de vicio.

Solo imaginemos que, en el próximo Congreso del PP, Feijóo recibiera como estrellas de Hollywood a Bárcenas y a Rato para blanquear su hoja de servicios al Estado tras ser perseguidos por unos jueces prevaricadores con ánimo de venganza contra la derecha. O que el líder gallego pidiera un aplauso para Ignacio González y Paco Granados, por ser víctimas de unos fiscales dispuestos a acabar con el Gobierno del PP en la Comunidad de Madrid. Y puestos a fantasear, contemplemos que la derecha hubiera dilapidado fondos para los parados en drogas y prostitutas y un Gobierno del PP hubiera colocado a magistrados afines en el TC para eximirlos de culpabilidad so pretexto de que se habían vulnerado sus derechos al ocio. Cuando el mangazo lo cometen los intachables prohombres de la izquierda, la pena se desvanece. Como en la película de Scorsese, son de los nuestros.

PD: la estampa vomitiva de los expresidentes condenados la completaba este fin de semana Susana Díaz, que les obligó a dimitir cuando era la líder andaluza y que los agasaja hoy con un cinismo de cemento armado. El mismo material facial con el que pulula por el sanchismo, colocada en el Senado y en las tertulias para completar el sueldo, cuando se odió tanto con Sánchez que solo les quedaba escupirse por los pasillos de Ferraz. Pero esta inanidad socialista de Triana, que vendió un sentido de Estado que no tenía, se la ha envainado y ahora es parte de la cohorte de estómagos agradecidos de Pedro. Sin Felipe y Guerra, el Congreso de Sevilla pivotó sobre dos presidentes corruptos, una expresidenta sin principios y un cuarto a Espadas que terminará en el panteón que Sánchez ha mandado ya ampliar porque los enterradores Santos Cerdán y Óscar López no dan abasto con tanto cadáver hermano.

Lo dicho: gracias Manolo, gracias Pepe, por haber birlado tanto.