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En primera líneaAntonio Bascones

El viaje de la educación

No es extraño que muchos años después, nos acordemos del aquel profesor que nos imbuyó el valor de la educación desde todos los puntos de vista, ya que esta es poliédrica y se puede abordar desde muchos ángulos

La educación es un viaje con el alumno. El profesor modela y esculpe su cerebro desde los primeros años de edad. Es en esas etapas, cuando la plasticidad cerebral está más acusada y cuando se pueden recoger los mejores frutos de la enseñanza, aunque esta plasticidad se presenta en todas las edades e incluso entre los adultos se puede también conseguir. El cerebro se conforma continuamente y es el aprendizaje lo que facilita un permanente adiestramiento a las nuevas etapas de la vida.

Es conocida la historia del encuentro que hubo entre un filósofo alemán y un maestro Zen. El filósofo ya había ido al Japón con una idea preconcebida de lo que era el Zen. Aquel maestro Zen lo captó rápido y habiéndole ofrecido una taza de té, siguió echando té hasta que este se desbordó de la taza. El filósofo irritado le recriminó su torpeza, a lo que el maestro Zen le replicó: «no es posible que entre algo nuevo en tu mente hasta que primero no la vacíes». La mente de aquel filósofo estaba tan llena de prejuicios acerca de lo que era el Zen, que no admitía ningún otro conocimiento y ninguna otra experiencia. Aquel comentario le permitió caer en la cuenta, ser consciente, de hasta qué punto se pasaba el tiempo juzgándolo todo como si él fuera el único que estuviera en posesión de la verdad.

La verdadera sabiduría no nace de juzgar al mundo, sino de comprenderlo. Y ese viaje comienza con la disposición a soltar, a dejar ir para que algo nuevo pueda entrar. Por eso hay que imbuir al alumno que no tenga ideas preconcebidas, que se libere de complejos y tenga la mente dispuesta a aprender, todo lo que ve, sin juzgar. En este campo el profesor puede jugar un importante papel. Desde los primeros años en la educación infantil y más tarde en la secundaria y en la universidad hay que enseñarle a que bucee en su interior para que saque lo mejor de él. Si el maestro lo hace con habilidad la prueba de la educación será un éxito, pero para eso tiene que buscar los aspectos positivos del educando y tratar de acrecentarlos y desarrollarlos.

La educación integral se basa no solo en las tecnologías digitales sino también en proyectos. Por eso el profesor debe ser capaz de identificar las habilidades individuales de cada estudiante con la finalidad de conseguir que en el futuro se comprometa con la sociedad. En muchas ocasiones el impacto del profesor y maestro se extiende fuera del aula. Su personalidad es capaz de inspirar decisiones futuras. No es extraño que muchos años después, nos acordemos del aquel profesor que nos imbuyó el valor de la educación desde todos los puntos de vista, ya que esta es poliédrica y se puede abordar desde muchos ángulos.

De esta manera, el profesor va enseñando a pintar el futuro del alumno, lo moldea, lo esculpe, lo cincela, ya que el cerebro de este goza de una gran neuroplasticidad. El profesor debe sacar al alumno de su zona de confort enfrentándole a sus problemas. Le va dotando poco a poco de ciertas características que harán que, en el futuro caminen de una manera positiva por ese camino de la vida. Serán más felices y harán que las personas con las que contactan lo sean también. Ser feliz y hacer felices es una de las máximas mas hermosas que podemos tener en este mundo y todo se debe a ese profesor que en silencio fue moldeando la personalidad del alumno, dotándola de ciertas respuestas que puede utilizar en su entorno, en el trabajo, en las tertulias, en la vida en general. Así se conforman las sociedades y no con ese odio que nos transmiten y ese relativismo que nos inculcan. Las sociedades no crecen con hostilidad sino con amor, aunque para ciertos políticos sea más fácil manejar a las personas buscando enemigos. Tener un frente común ayuda al manejo de las personalidades en las que queremos influir. El progreso no nace con los enfrentamientos de la sociedad, lo que brota es el empobrecimiento moral y cultural. Las sociedades no avanzan, se estancan y acaban sumidas en lodo ( soslayo el término fango pues últimamente está muy manido).

Lo que hace el profesor es un viaje al interior del cerebro del alumno, donde bucea y trata de sacar lo mejor de él poniéndole frente a su espejo para que pueda verse tal cual es y cómo puede mejorar con la enseñanza de su maestro. Muchos años después, el alumno, ya surcados los recodos de la vida, cuando las arrugas surquen su cara y las sienes sean plateadas, se acordarán de aquél viejo profesor que con mirada circunspecta trataba de ayudarle con una cálida sonrisa. Lo que se aprende en la cuna siempre dura y lo que se aprende en la juventud florida, jamás se olvida.

  • Antonio Bascones es presidente de la Real Academia de España