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HorizonteRamón Pérez-Maura

La decadencia de Napoleonchu

Álvaro Albacete llega a su puesto en Caracas sin haber trabajado un día de su vida en una embajada. Y esto tiene especial mérito porque el año pasado fue nombrado embajador en Trípoli y pretendía ejercer su embajada desde Madrid. Y claro, no llegó a tomar posesión

Es difícil hacer más daño a la Carrera Diplomática del que se le está haciendo bajo el mandato de Napoleonchu. Lo sucedido con el nombramiento de Álvaro Albacete no tiene precedente. Se ha nombrado embajador de España a un secretario de embajada, que es como si a un cabo lo nombran general. Y este nuevo embajador tiene una carrera tan pobre que en los catorce años que han pasado desde que le aprobaron la oposición, no ha superado el rango de secretario. Un genio. Dato muy relevante de cómo aprobó la oposición con 43 años es que ya era asesor del ministro Moratinos. Debió estudiar mucho en su casa, porque por la Escuela Diplomática se le vio entre poco y nada. Y tan pronto como fue aprobado, siguió trabajando con Moratinos.

En puridad, lo del enchufe para aprobar la oposición tampoco es algo nuevo. Ha habido otros casos en la historia como el de Carlos Alonso Zaldívar, en un momento en que se quería dar entrada en la carrera a algún miembro del Partido Comunista, aunque prácticamente no hablara francés. Pero él al menos hizo una carrera diplomática de verdad, con diferentes puestos a lo largo de su vida. Álvaro Albacete llega a su puesto en Caracas sin haber trabajado un día de su vida en una embajada. Y esto tiene especial mérito porque el año pasado fue nombrado embajador en Trípoli y pretendía ejercer su embajada desde Madrid. Y claro, no llegó a tomar posesión con la suerte de que su colega Urtasun llegó a ministro y se lo llevó de jefe de gabinete. Otra coincidencia importante en su carrera es que cuando era director adjunto de gabinete con Miguel Ángel Moratinos como ministro tenía a su lado a Agustín Santos, otro diplomático comunista pata negra y sentado hoy en la bancada parlamentaria de Sumar.

Con este nombramiento el sanchismo sigue colocando a sus alfiles ideológicos en embajadas muy relevantes. Ricardo Martínez en Moscú, Joaquín Arístegui en Buenos Aires y ahora Albacete en Caracas. Pero la lista de embajadores puramente políticos, aunque algunos sean miembros de la Carrera Diplomática, es mucho más extensa. Tenemos un embajador en la ONU que prácticamente no habla inglés, una exministra en la Santa Sede y otros en la OEA, la Unesco y la OCDE.

Albacete había tenido un choque con Napoleonchu por no aceptar incorporarse a la embajada de España en Libia. Y es por eso por lo que parece razonable suponer que a este secretario de embajada no lo ha nombrado embajador el ministro. A Napoleonchu se lo han nombrado el jefe de Moratinos: José Luis Rodríguez Zapatero.

Con Trinidad Jiménez de ministra a Albacete le dieron la dirección de Casa Sefarad en Madrid donde el secretario de embajada se hacía llamar Ambassador Albacete. Con un par. Después de llegar a Exteriores José Manuel García Margallo, Moratinos le consiguió el puesto de secretario general adjunto del Centro Internacional para el Diálogo Interreligioso e Intercultural Rey Abdullah bin Abdulaziz, con sede en Viena. Se pasó allí un plácido septenio entre 2014 y 2021. Se sospecha, pero no hay pruebas, que el nuevo embajador en Caracas sí ha estado alguna vez en Iberoamérica, aunque sólo sea de turismo, pero todavía está por confirmarse.

Lo peor de todo es que no va a poder defender los intereses españoles de ninguna manera. Maduro sabe que Albacete está allí colocado por Zapatero para defender los intereses de éste. Y el primer interés de Zapatero es que Maduro siga en el poder. Sin el más mínimo disimulo porque Rodríguez Zapatero ha perdido el poco pudor que pudo tener alguna vez.

Así las cosas, quiero creer que el pobre Napoleonchu está ya de capa caída, porque no me puedo imaginar que quiera de verdad hacer en la Carrera Diplomática un destrozo como el que representa este nombramiento. Pero, como no tienen vergüenza, se tragan lo que sea. Con su pan se lo coman.