Una noche muy oscura en Siria
Y esa es nuestra esperanza, y también la del mundo entero, porque sólo habrá paz si crece el número de cristianos. Los cristianos son los únicos que con la palabra y el ejemplo viven el perdón, y claro que les cuesta, pero es que para los otros, para los «rebeldes moderados», el perdón está mal
La desconexión de la masa aborregada de Occidente respecto a las cuestiones relacionadas con Oriente Medio es muy llamativa. Tanto es así que muchos han corrido a aplaudir con las orejas el comienzo de una noche muy oscura para el pueblo sirio, consecuencia directa del derrocamiento de Al-Assad.
La desconexión es tan grande que, desde el inicio de la guerra de Siria en 2011, la principal fuente a la que ha acudido toda la prensa para informar sobre el conflicto, es el Observatorio sirio por los derechos humanos, una especie de chiringuito que cuenta con un único trabajador, que a su vez es el director, y que informa desde un cuchitril en Coventry, Inglaterra (compaginándolo con la venta de ropa).
Rami Abdulrahman, que así se llama el tipo, es amigo de terroristas, algunos de ellos dichosamente capturados, él mismo estuvo en prisión. Y varios de sus contactos son de Al-Qaeda.
Esa es la credibilidad que la prensa occidental ha podido brindar al pueblo durante estos trece años de guerra. Un tipejo que, tiene un tugurio con un nombre muy resultón, que vive a miles de kilómetros de Siria y que usa a terroristas, cuando no se inventa directamente las cosas, para vender información a toda la podredumbre dispuesta a comprar mercancía averiada.
Cuando en 2011 toda la prensa corrupta empezó a hablar de rebeldes moderados y de Frente de Liberación Siria entre otros, como si se tratara de grupos de amigos que salían a protestar a las calles con flores y globitos de colorines, esos mismos 'rebeldes moderados' ya estaban martirizando a cristianos y metiéndolos en bolsas de basura que dejaban en la calle con carteles donde escribían: «cristiano, no tocar». Así de grande era la desconexión.
Pero claro, qué se puede esperar de alguien que mercadea con información podrida comprada a un tío que vive en la otra punta del mundo en un cuartucho roñoso de Coventry.
También por esas fechas tuve oportunidad de hablar con una misionera de Alepo. Me contaba que desde el balcón del palacio episcopal sus ojos veían una concentración de gente con pancartas pidiendo a Occidente que dejara tranquilo a Al-Assad, que se abstuviera de derrocarlo con el cuento chino de las primaveras árabes. Pero dentro, en la televisión del salón, lo que rotulaban las noticias de Al Jazeera (utilizando esas mismas imágenes) era: «En Alepo el pueblo sirio se levanta para pedir el fin de Al-Assad».
Siempre que Occidente quiere desestabilizar un país (para acabar convirtiéndolo en un vertedero) arranca una máquina de propaganda y mentiras potentísima. Como estamos viendo estos días con especial virulencia. Y como saben que la masa está absolutamente aborregada lo visten todo de liberación, de anhelos democráticos y de un montón de paparruchas más que provocan que los rebeldes moderados se descojonen y los poderes corruptos de Occidente consigan su objetivo. Lo mismo pasó en Irak.
Siria ha caído, y lo ha hecho a manos de bárbaros (con el apoyo inestimable de no pocos países que se excitan con la sangre humana), bárbaros a quienes la prensa considera aceptables, porque claro, sí, matan, torturan y persiguen a cristianos, pero son de los nuestros y son entrañables. Si en vez de Al-Assad hubiera en el gobierno un pelele a las órdenes de los poderes corruptos no habrían dejado que cayera. No es una cuestión de democracia, es una cuestión de poder.
Y por el poder están dispuestos a sacrificar las vidas y los pueblos que hagan falta. Ahora la persecución a los cristianos se recrudecerá, pero eso ¿a quién le importa? Siria ya no será un país para mujeres, pero eso ¿a quién le importa?
Está claro que a Occidente no le importa lo más mínimo, sus relaciones con países árabes que persiguen a los cristianos y maltratan a las mujeres es excelente. Lo importante es que el país huela a gas, a petróleo y a dinero y que sus mandatarios estén dispuestos a sentarse en una mesa a trapichear.
Y estas cosas que, las orejeras de burro no dejan ver a los occidentales, las tienen muy claras todas las personas que pude conocer en Líbano e Irak en 2014, 2015 y 2017: cristianos, paganos, suníes, chiíes, obispos y políticos.
Pero dejarlo aquí sería hacer una lectura incompleta del problema. Ahora el cielo volverá a llenarse de verdaderos mártires, y Dios quiera que la Tierra se llene de cristianos. Ya lo dijo Tertuliano: «Sangre de mártires, semilla de nuevos cristianos».
Y esa es nuestra esperanza, y también la del mundo entero, porque sólo habrá paz si crece el número de cristianos. Los cristianos son los únicos que con la palabra y el ejemplo viven el perdón, y claro que les cuesta, pero es que para los otros, para los «rebeldes moderados», el perdón está mal. Los pocos cristianos que quedan en Oriente Medio son los únicos convencidos de que no hay que quedarse ciegos y desdentados.
En Irak, quinientos tíos tomaron en pocas horas la ciudad de Mosul, de casi dos millones de habitantes. Gracias a la traición del Ejército (luego varios mandos serían ejecutados), a la inacción de las fuerzas democratizadoras de Occidente y a la complicidad de algunos vecinos. Sólo de Mosul huyeron más de cien mil cristianos que siguen viviendo en barracones como si de mendigos se tratara.
Pasado un tiempo, esos vecinos que habían saqueado los hogares de los cristianos incluso antes de que cruzaran la esquina, que los delataron a los «rebeldes moderados» o que apretaron el gatillo, también quisieron huir, porque el infierno es inaguantable para todos, y se refugiaron en Erbil, donde estaban esos cristianos desde hacía ya meses.
Muchos fueron a pedir auxilio a los dispensarios que los cristianos habían montado durante este tiempo para atender a sus vecinos. Y como es normal, al principio se negaron a socorrerlos. Pero después de mucha oración y mucho sufrimiento lo hicieron. Recuerdo las palabras del padre Benoka, un sacerdote de Bartella: «Las palabras de Jesús a veces son amargas de seguir, y al fin el pueblo cristiano se dio cuenta de que si quería seguir siendo cristiano tenía que curar a esos vecinos musulmanes». Los cristianos atendieron y socorrieron a sus perseguidores.
Esa es la esperanza del mundo. Y a esa gente es a la que ahora empezarán a masacrar en Siria.
Si queremos aprender a vivir la fe, que no es otra cosa que vivir y morir por Cristo, tenemos que observar detenidamente a nuestros hermanos perseguidos en Oriente Medio. En mitad de la noche, cada vez más oscura para tantos cristianos, brillará la luz de Cristo, sin ninguna duda.