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Cosas que pasanAlfonso Ussía

El refresco

A la alcaldesa de Catarroja le pareció mal. No le habían pedido permiso, ni a ella ni a la Delegación del Gobierno para efectuar semejante visita. Para colmo, los vecinos de Catarroja no paraban de gritar al Rey ¡Viva el Rey!

La alcaldesa de Catarroja es del PSOE, del PSOE más agrio, el de la cáscara amarga. Asistía a un acto cultural de solsticio de invierno, cuando le comunicaron que los Reyes, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía estaban en el mercadillo de su ciudad herida hablando, abrazando, cambiando impresiones y recibiendo el cariño y la gratitud de sus gobernados. Le pareció mal. No le habían pedido permiso, ni a ella ni a la Delegación del Gobierno para efectuar semejante visita. Para colmo, los vecinos de Catarroja no paraban de gritar al Rey ¡Viva el Rey!, y ese detalle le ocasionó un municipal sinsabor. Además, un grupo de vecinos de Catarroja se atrevieron a invitar a los Reyes, la Princesa y la Infanta a tomar un refresco. Los detalles de la visita, perforaron su resistencia. Los Reyes y sus hijas no utilizaron ni aviones ni helicópteros para viajar con mayor comodidad. Tampoco se desplazaron hasta Catarroja cincuenta coches ocupados por agentes de seguridad. Viajaron en tren, y el motivo de su visita no fue otro que el de trasladar a los vecinos de Catarroja su adhesión y gratitud por el esfuerzo que demuestran día tras día para eliminar las tristezas y los escombros de la catastrófica riada. La señora alcaldesa, del PSOE, del PSOE más agrio, el de la cáscara amarga, preguntó si el presidente Sánchez, su esposa y sus hijas habían acompañado a los Reyes. Y se llevó una sorpresa cuando le dijeron que no, que el presidente del Gobierno había renunciado a visitar Catarroja porque aún le dolía el terrible golpe que padeció en Paiporta con aquel ultraderechista escobazo que le pasó rozando. Cuando abandonó el local donde se celebraba el acto cultural de solsticio de invierno, y vio con sus ojos que los Reyes y sus hijas paseaban sin protección entre los vecinos de Catarroja y agradecían su presencia, y les invitaban a refrescos, la señora alcaldesa emitió su primera opinión. «Aquí hay mucha gente trabajando y éstos están tomando un refresco». Es lo que tienen los grandes políticos, desde Churchill y Adenauer a la alcaldesa de Catarroja. Que no se casan con nadie.

De Catarroja se trasladaron a dos localidades heridas cercanas. Y posteriormente se presentaron en un conocido restaurante de La Albufera para comer un arroz. En Catarroja dejaron una huella imborrable de humanidad, naturalidad y simpatía. Eso sí, con el único error, que tanto hirió a la señora alcaldesa, de haber tomado un refresco en un chiringuito ubicado en el mercadillo de solsticio de invierno, que en Catarroja llaman navideño, aceptando la invitación de unos vecinos, pertenecientes a la ultraderechísima valenciana. Fue tan vergonzosa la actitud de los vecinos, que algunos se interesaron por el paso de la Princesa de Asturias por la Academia Naval Militar de Marín, y ella tuvo la desfachatez de responderles que se sentía feliz en la Academia. Eso demuestra que la Princesa de Asturias está siendo educada desde la incorrección política, y que hay que ser más discreta, faltaría más.

Hoy, día que finaliza en la Nochebuena, es decir, la noche de la fiesta cultural del solsticio de invierno, y que los españoles cristianos y los cristianos de todo el mundo celebran equivocadamente como la noche del milagro y del nacimiento del Hijo de Dios - ¡qué bobada!-, en Catarroja no se habla de otra cosa que de la inesperada visita de la Familia Real a sus calles masacradas por la riada que arrasó vidas, bienes y viviendas. Y se habla con cariño y agradecimiento, lo cual ha entristecido sobremanera a la señora alcaldesa, la del PSOE más agrio, el de la cáscara amarga, que no se tomó el refresco con los Reyes, sus hijas y los vecinos de Catarroja, porque no la invitaron.

Una visita sin aviso ni permiso. Y sin refresco.

Una vergüenza.

Muy feliz Navidad a todos, incluyendo en el «todos» a la señora alcaldesa de Catarroja, que lo está pasando mal y es de rigor consolarla.