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Al bate y sin guanteZoé Valdés

Mi respuesta a 'The New York Times'

El artículo, cómo no, se dedica a echarle la culpa a Donald Trump de la pobreza actual provocada por el régimen comunista que impera desde hace 66 años en la isla, y sigue con el cuentico de la «esperanza» que los cubanos tuvieron hace diez años

El artículo de The New York Times sobre Cuba publicado el 27 de diciembre pasado, cuya autoría es de Frances Robles, Ed Augustin y Hannah Berkeley Cohen, titulado «Hace diez años, el deshielo de EE. UU. alimentó los sueños de Cuba. Ahora se ha perdido esperanza» (por cierto, ¿tres personas para escribir tanto cúmulo de sandeces?), debe ser respondido y aprovecharé este espacio para meterle mano. Pero antes debo señalar algo importante:

¿Por fin este periódico finge como que se entera de la verdadera situación de Cuba? No, falso, la conocía desde que mediante los artículos de Herbert Matthews (un pseudo periodista lamebotas del Gobierno norteamericano) pusieron en 1958 a Fidel Castro y sus secuaces en la órbita del poder. No la ignoraban desde que mucho después le encargaran un artículo sobre Cuba a Guillermo Cabrera Infante y al ser entregado se lo rechazaron por ser «demasiado duro con la revolución»; no tengo que contarles lo duro que fue el exilio que le impuso esa «revolución» para este escritor, todo está en su obra que incluye artículos y libros. Estaban enterados, pues después de publicar tres artículos elogiosos sobre mi obra (novelas donde se revelaba el horror de Cuba) a mediados de los años noventa, y más tarde tres columnas mías sobre Cuba durante los cuatro años de Trump, aceptaron que el mequetrefe dictadorzuelo Díaz-Canel les bajara una velocidad y no solamente me despidieran con una de sus tretas, sino que también alejaran al director de opinión.

Pero sigamos con el artículo de marras, un subtítulo añadido enfatiza que toda época de Barack Obama y Raúl Castro fue mejor con relación al pueblo cubano, y trata de «sueño» lo que no fue más que ilusión barata al estilo de Birmania, ignorando así los antecedentes de décadas de hielo puro y duro por parte del castrismo, más que por parte de Estados Unidos. Recordemos que, bajo la presidencia de Bush, al que insultaron y atacaron como le salió de las puercas verijas a Fidel Castro, se enviaron a la isla del cundeodio (lo del cundiamor quedó en el pasado) —según cifras de la Cepal— 17 mil millones de dólares al país, entre remesas, donaciones, y negocietes por debajo del tapete.

Estos tres firmantes del NYT citan la Plaza de la Revolución como «abarrotada de turistas», lo que constituye una mentira más grande que la plaza misma. Es archisabido que esa plaza se halla circundada por una guardia de seguridad que aunque no se note, no permite que nada la abarrote como no sea durante los discursos de los panzudos dirigentes. Ni siquiera durante la visita de Obama para hacerse la foto con la silueta de hierro del CheQuéTara detrás, esa plaza se vio llena de cucarachones. Por otro lado, reducir a Cuba a la imagen de los automóviles repintados de la época de ñañaseré y a imágenes fijas turísticas es de las más viles que se continúan repitiendo y leyendo desde las páginas internacionales de una prensa ensobrada.

¿Ser justos cuesta tanto? Barack Obama no interpuso ningún distanciamiento entre la Guerra Fría de hacía 50 años, tal como acentúan; al contrario, Obama revitalizó esa Guerra Fría al acercarse a los tiranos y no al pueblo cubano y, de paso, al renovarla mundialmente con relación al Medio Oriente.

Además, cuentan que: «Cuba rebosó de entusiasmo en medio de una notable oleada de inversiones y turismo, impulsada por los acuerdos firmados por grandes empresas estadounidenses como Google, AT&T y las Grandes Ligas de Béisbol». Esta gente solo observa una Cuba de Lalaland, ningún cubano de a pie fue beneficiado por semejantes tonterías y mentiras; solo la tiranía pudo solazarse, recaudar millones, más de los que siempre han disfrutado provenientes de sus negocios con el resto del mundo y, por fin solazarse con las informaciones de pacotilla que Obama ayudó a expandir a nivel internacional: Cuba había cambiado gracias a él y al asesino Raúl Castro, al que dio la mano pajaril y amorosamente, y con quien compartió juego de beisbol mientras miles de presos políticos desfallecían en las cárceles.

El artículo, cómo no, se dedica a echarle la culpa a Donald Trump de la pobreza actual provocada por el régimen comunista que impera desde hace 66 años en la isla, y sigue con el cuentico de la «esperanza» que los cubanos tuvieron hace diez años. No se puede ser más malvado, vendido, y humillar de manera tan infame a los cubanos de a pie, y no a los que agenda ese periódico, todos disfrazados de cualquier cosa cuando en verdad forman parte de las filas de narcotizados ‘militontos’ del PCC.

«Incluso la tasa de mortalidad infantil, que los gobernantes comunistas habían llevado con tanto orgullo a niveles inferiores a los de Estados Unidos, ha ido subiendo…» Después de leer ese párrafo tan despreciable, preferí dedicarme a otra cosa menos enervante; al final lo terminé. The New York Times persiste en lo que siempre hizo, blanquear a la tiranía castrista, untarla con pomada en pro de Obama, quien ha gobernado durante los cuatro años de Biden, y que no aguanta que Donald Trump retorne con las ideas claves sobre la libertad de Cuba.

¿El régimen comunista tiene tanto poder en ese periódico? Sí, y no exclusivamente, también pago mediante en casi toda la prensa mundial… No olvidaremos jamás el enorme estropicio que le han hecho al pueblo cubano al colaborar con instaurar esa tiranía... Aquí seguimos los «radicales», ¿no es así como me llamaron desde el despacho de la dirección?