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Al bate y sin guanteZoé Valdés

Hojalata

Desde épocas de la presidencia de Bill Clinton, aunque en menos cuantía, agudizándose en la época de Barack Obama, Estados Unidos pasó de ser una nación con moneda dura a convertirse en un país de medallitas de hojalata

Espero que la situación cambie con la llegada del presidente Donald Trump, pero desde épocas de la presidencia de Bill Clinton, aunque en menos cuantía, agudizándose en la época de Barack Obama, Estados Unidos pasó de ser una nación con moneda dura a convertirse en un país de medallitas de hojalata. Cada año se reparten medallas con nombres pomposos, que si medalla de la Libertad, que si no sé qué; algunas merecidas, otras no. Son condecoraciones fáciles de doblar hasta con una simple maniobra de los dedos, redondeles cincelados que en algunos casos nacen empañados por la trayectoria del individuo/a que las recibe.

Joe Biden ha condecorado recientemente a un maestro de cocina simpatizante de un grupo terrorista llamado Hamás. El señor José Andrés (yo creía que se trataba de un cantante de rancheras, con lo que me gustan) al menos posee algo a su favor, es de los pocos de la ultraizquierda que ha ido a Gaza y ha tenido bajas reales, me parece que seis en total, supongo que se trataba de gente muy consciente de a lo que iba y sobre todo de a dónde iban. De su cocina, la de José Andrés, no puedo hablar, no la he probado, dicen que es hispana, vaya, qué novedad; pero sí puedo añadir que en tiempos de Barack Obama viajó a la isla a cocinarle a la bloguera Yoani Sánchez, ficha esencial del cambio fraude al estilo Birmania que preparaban Obama con Castro II. Existen vídeos y fotos donde se notan muy felices los dos, la bloguera y el cocinero (diríamos una película de Peter Greeneway) en el piso catorce de la bloguera, como si no existiera un mañana ni una tiranía, en el inmueble situado a pocos pasos del Comité Central.

Nada de eso resultaría importante y mucho menos grave como sí su convivialidad con uno de los que intentó perpetrar un atentado contra el entonces candidato Donald Trump. Vamos, como que son muchas casualidades y coincidencias en el «bajo astral» tan propio históricamente de la ultraizquierda. El intento de asesinato de Donald Trump en Florida se produjo el 15 de septiembre de 2024, en el que un agente del Servicio Secreto disparó contra el sospechoso, posteriormente identificado como Ryan Wesley Routh, de 58 años, quien según el informe del agente fue visto escondido con un rifle entre unos arbustos en el Trump International Golf Club en el momento mismo en que Trump jugaba al golf; al sentirse descubierto el criminal logró escapar, más tarde fue capturado.

La foto del maestro de cocina José Andrés posando junto a este sujeto de manera bastante amistosa daría qué pensar. Y, además podría suponer que desde el entorno de Joe Biden debieron haberle avisado de a quien le estaba entregando una chapa emblemática. Igual lo hicieron, y a él le importó un comino y fingió no enterarse, oculto bajo su rol de anciano demente.

Hillary Clinton también fue condecorada. Es como si bajo los mandatos demócratas (este en particular) los requisitos para recibir el collar de un laminado especial dependiesen de ser considerados como acérrimos enemigos de Estados Unidos, y muy directamente de Donald Trump, el próximo presidente electo, que veremos si le dejan gobernar en paz, y no como en el mandato anterior… Sí, porque ya nos anuncian otra posible pandemia de origen chino que empezó a rondarnos desde hace alrededor de una semana, y que nos comentan que resultaría más peligrosa que el coronavirus, la que responde al nombre de metapneumovirus.

Pues sí, Hillary, la señora de los emails al desgaire y del embajador empalado en Bengasi mientras ella ostentaba el cargo de secretaria de Estado, más las trampas judiciales contra Donald Trump, la componenda rusa que nunca existió, y una retahíla de periodistas suicidados tras intentar investigar sobre la Fundación Clinton en Haití, se ha llevado el gato de lata al agua. ¡Kudos!

Súmenle al zorro de George Soros, el de Rompiendo España (libro que hay que leer) y de paso destruyendo el mundo con sus revoluciones árabes y el tralalá de Alá, cuya medallita fue a recoger el hijito, otro tesoro por descubrir; o sea, que no podía faltar el magnate del dislate woke con su Open Society y la Stalin Society por debajo del tapete. El odio benefactor en todo su esplendor.

Otros fueron distinguidos solo a modo de limpieza de fachada, los que asistieron me imagino que para que no quepa dudas de que no son de extrema derecha como habían empezado a tildarles debido a sus posiciones; uno de ellos es Denzel Washington. También Bono, de U2, al que se debe agradecer que antaño se situara públicamente de parte de los presos políticos cubanos, por ejemplo, de Oscar Elías Biscet, que recibió la misma medalla –cuando todavía valía– en época de Bush el Boniato Jr. La señora ésta, tan pesada de la moda y de Vogue, Anna Wintour, quien no se molestará que yo diga lo antipática que es porque su revulsión es algo que ella cultiva sin a priori y con un enorme placer, se llevó otra insignia que habrá tirado en el primer tacho que se tropezó en el camino. El gran Lionel Messi, reconocido ampliamente por sus méritos, decidió no asistir, argumentó razones poderosas de agenda; bravo por esa agenda tan potente y luminosa.

No puedo esperar más por la llegada de Donald Trump y el cambio de curso de Estados Unidos que, por otra parte, no necesita de la hojalatería obamunista para ser grande otra vez, y otra, y otra, in infinitum...