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Desde la almenaAna Samboal

2025, año de campaña

Todo sea por evitar que se hable de Begoña, de David o del infame comportamiento que se atribuye al fiscal general del Estado, quien sabe si en connivencia con la Moncloa, que es lo que se sospecha

Los mutualistas de Muface viven en un sin vivir desde hace semanas, porque desconocen si, a partir de marzo, se interrumpirán abruptamente sus tratamientos médicos. El ministro responsable, Óscar López, debe andar poniendo velas a todos los santos para que los afectados soliciten el trasvase al sistema público en aluvión y le quiten de encima la herencia envenenada que le legó Escrivá. Ya puede esperar sentado un desenlace que no se producirá, para desgracia de Mónica García y de él mismo. Los ánimos en la función pública están más que caldeados y más pronto que tarde estallarán, porque con las cosas de comer no se juega. Entre el uno y la otra le van a regalar en bandeja la próxima mayoría absoluta a Isabel Díaz Ayuso.

En Melilla, son los comerciantes los que están en vilo. Tras años de asfixia, se abre la aduana en exclusivo beneficio de Marruecos por obra y gracia de las cesiones de Pedro Sánchez al dictador reinante. A éste no le hace ascos el presidente, incluso ha compartido con él mantel y mesa. Pero ya se sabe, no son los valores los que guían la política exterior, sino el pragmatismo. O quizá las necesidades personales. Rabat y Caracas guardan demasiados secretos del devenir político de los últimos veinte años en España.

En Valencia, por no querer, no quieren ni a derecha ni a izquierda. Con razón. En la peor crisis en años, se han sentido desamparados por dirigentes públicos necios, torpes, egoístas o sinvergüenzas. Cada cual le pondrá a uno o a otro el calificativo que mejor se acomode a su ideología, pero la suma de los factores no alterará el resultado. Y las tareas de reconstrucción se demorarán, por mucha pericia que exhiba Gan Pampols, porque a la burocracia hay que añadir filibusterismo interesado y las consecuencias nefastas de las sectarias decisiones de Yolanda Díaz. En el país con una de las tasas de paro más altas de la OCDE, las aseguradoras no encuentran personas para cubrir los empleos temporales de peritaje. Por tres meses de empleo, no hay manera de que el personal renuncie a una pensión. Aunque solo sea por evitar el papeleo, no les merece la pena.

Pero la vicepresidenta ya está embarcada en su próxima cruzada, la de la reducción de la jornada laboral. Contra Cuerpo o contra el mundo, batallará para mantener el foco y el sillón. Ya ha olvidado aquella fabulosa iniciativa de la cesta de la compra básica. Meterse ahora en ese jardín le obligaría a batallar contra María Jesús Montero y la brutal subida de impuestos que empiezan a padecer nuestros sufridos y expoliados subsidios. Sin presupuestos, que no hay ni se esperan, de algún modo habrá de sacar el dinero la próxima candidata del PSOE en Andalucía para pagar tanto comisionado que transmita la sensación de que hace lo que tendrían que hacer los cabreados funcionarios.

Así empieza el año. Con retraso, si viajas en Renfe. Van tres presidentes de la empresa pública y Puente sigue siendo incapaz de garantizar no ya la puntualidad, sino el servicio. Pero nada de esto es relevante para un Gobierno que ha inaugurado el 2025 en una batalla sin igual contra el dictador muerto. No han pedido el certificado de defunción, porque ya se ocupó de ello el condenado Baltasar Garzón y porque lo han comprobado personalmente cuando decidieron mover sus huesos. Todo sea por evitar que se hable de Begoña, de David o del infame comportamiento que se atribuye al fiscal general del Estado, quien sabe si en connivencia con la Moncloa, que es lo que se sospecha. Todo sea porque a la vista del evidente cambio de ciclo político en todas las democracias, hastiadas de la ingeniería social a la que han sometido a varias generaciones, temen que la ola se les lleve por delante. Para no meterse en líos, que ya bastantes meteduras de pata acumula Albares, mejor mentar a Franco que a Trump, Meloni y Milei. En todo caso, cualquier asunto en el que ocuparse será bueno siempre y cuando el fin sea garantizar la casa oficial y la calefacción pagada, antes que trabajar por el bienestar presente de los ciudadanos. No hay elecciones a la vista, pero ya hemos entrado en campaña.