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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Maduro Sánchez

La proposición de ley del PSOE está diseñada a las claras, sin complejos, para anular los casos judiciales contra la mujer, el hermano y el fiscal del presidente

Ya no lo disfrazan. Ya ni recurren a eufemismos. Les da igual. Saben que el público español al final tragará lo que haga falta. La patada a la democracia se expresa ahora en los términos más diáfanos: «Proposición de ley orgánica de garantía y protección de los derechos fundamentales frente al acoso derivado de acciones judiciales abusivas». Así denomina el PSOE la propuesta que presentó ayer, que no es más que una reforma exprés de la acción judicial para anular los casos contra la mujer, el hermano y el fiscal general de Sánchez.

Mientras observamos el oprobio de Venezuela con el charco de por medio, aquí se van dando pasos firmes hacia ese destino. Maduro Sánchez quiere cortocircuitar la acción de la justicia para proteger a los suyos. Y eso es un golpe en toda regla a la democracia, como bien denunciaron ayer los partidos de la oposición –que a estas horas ya deberían estar organizando protestas en las calles y denunciándolo internacionalmente– y todas las asociaciones de jueces.

La propuesta del PSOE es tan bananera, tan propia de una satrapía desatada, que se propone desactivar casos judiciales que están ya en curso, salvando así a Sánchez del agobio y desgaste que sufre por la inmoralidad de su familia y su partido.

La iniciativa de Moncloa-Ferraz limitará drásticamente la acción de la acusación popular. También quiere impedir que se puedan utilizar informaciones periodísticas como base para investigaciones judiciales (lo que el régimen sanchista denomina despectivamente «recortes de prensa»). Se vulneraría así lo establecido por los tribunales internacionales y se estaría dando por sentado que la prensa solo publica bulos, que nada de lo que cuenta es cierto. Con una ley como la que propone el PSOE nunca habría existido el caso Watergate, pues nació en la prensa, al igual que lo hicieron los GAL, los ERE andaluces, las condenas de Roldán y Urdangarín, o ahora el caso de David Sánchez (que aireó este periódico).

El PSOE afirma que presenta su proposición ley para acabar con las «acciones judiciales abusivas». ¿Y quién decide cuáles son esas supuestas acciones abusivas de los jueces que necesitan ser frenadas con leyes a la carta? Pues lo establece Sánchez, el nuevo autócrata.

Pedro Sánchez llegó al poder en junio de 2018. En sus seis primeros años no sintió necesidad alguna de reformar el modo en qué opera la justicia. Ahora le ha entrado un prisa enorme por acogotar a los jueces, por la evidente razón de que su mujer, su hermano, su fiscal y su ex hombre fuerte (Ábalos) están con el cieno hasta el cuello, lo cual le está provocando un fuerte desgaste electoral y un pavor, no injustificado, a acabar él mismo ante un tribunal.

¿Qué pasa en una democracia cuando un gobernante pierde los estribos y acomete una medida como la que acaba de presentar el PSOE? Pues ocurre que el sistema cuenta con contrapesos que evitan que un abuso legislativo de este calibre prospere. El último de los parapetos jurídicos de la democracia es el Tribunal Constitucional. ¿Y cuál es el problema en España? Pues que Maduro Sánchez se cuidó de manera preventiva de someter al TC, situando al frente del mismo a una mayoría de fámulos. ¿Y eso qué supone en la práctica? Pues que si la mayoría de socialistas, comunistas y separatistas que sostiene al Gobierno apoya la propuesta que ayer presentó el PSOE, nos la vamos a comer con patatas. No habrá quién nos salve de la enorme arbitrariedad que supone legislar contra los jueces, los periodistas y las acusaciones populares para salvar al entorno corrupto del presidente.

No me gusta utilizar tacos en los artículos, pero alguna vez se necesita una excepción: los españoles estamos bien jodidos. Nos encontramos en un momento crítico, del que por desgracia el público no es consciente, porque la máquina de manipulación y propaganda de la Moncloa funciona de manera muy eficaz. Nada de lo que les acabo de relatar ha sido contado a la claras en nuestras televisiones, que reman mayoritariamente para la izquierda gobernante. En la edición digital de El País –que es la que cuenta, porque el papel ya está muerto– la noticia de la propuesta abusiva y aberrante del PSOE para salvar a David, Begoña y Álvaro estaba perdida en un suelto en la tercera pantalla y con un titular que opacaba su espíritu real.

Por primera vez en mi vida adulta temo que empieza a peligrar nuestro modelo de derechos y libertades. Me apenan especialmente las generaciones que vienen detrás, los jóvenes del finde, las cañitas y el tiktok, que ni siquiera se enteran de que un político fuera de control les quiere robar la democracia.