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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Azagramiento

«Azagrar. No acudir al puesto de trabajo por ignorar dónde se halla el puesto de trabajo». Azagramiento: Acción y efecto de azagrar. Azagrador. Adj. El que azagra. Los idiomas se enriquecen con las nuevas voces que emergen de la necesidad académica

Aprovechando una pasajera crisis mental que me inducía a incumplir mi compromiso de escribir un artículo diario en El Debate, he intentado hacerme un 'azagra', intento en el que he fracasado por la imposibilidad de encontrar una excusa convincente. Mi lugar de trabajo es mi despacho, y mi despacho se ubica en mi casa. Apenas siete pasos del salón a mi mesa de trabajo. Ni David Azagra se atrevería, en mi caso, a recurrir a un azagre para justificar unas pellas. Un molesto inconveniente ese de trabajar en la casa que se habita. Nadie creería que ignoro la dirección de mi dulce hogar, y la manera de llegar a su amparo cuando lo abandono por unas horas. El verbo «azagrar», que todavía se puede incluir en la próxima edición del Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española, tiene una sóla acepción, un único significado. «Azagrar. No acudir al puesto de trabajo por ignorar dónde se halla el puesto de trabajo». Azagramiento: Acción y efecto de azagrar. Azagrador. Adj. El que azagra. Los idiomas se enriquecen con las nuevas voces que emergen de la necesidad académica.

Así el jefe de personal de una importante empresa. Los jefes de personal se denominan ahora «directores de recursos humanos», pero son jefes de personal cuyas tarjetas de visita se adornan con exageraciones colaterales. Así, repito, el jefe de personal de una gran empresa advierte que el trabajador Sánchez o Gómez —apellidos elegidos al tuntún—, falta a su puesto de trabajo habitualmente. En el caso que nos ocupa, lleva dos años sin aparecer, sin fichar, sin justificar su ausencia y sin haber presentado un informe médico que justifique sus ausencias. El jefe de personal, que ha demostrado serenidad y paciencia con el trabajador ausente, le llama por teléfono. —Señor Gómez o Sánchez. Lleva usted dos años sin acudir a su puesto de trabajo y cobrando la totalidad de su sueldo. ¿Tiene algo que alegar?—; —Sí, señor jefe de personal. Que estoy azagrado, es decir, que por mucho que lo intento, no recuerdo cómo llegar a la oficina. Y lo que es más grave. Que mucho me temo que el azagramiento me va a seguir impidiendo el recordatorio del trayecto correcto—. —En tal caso, señor Gómez o Sánchez, comprenderá usted que me vea obligado a tomar medidas disciplinarias—; —No lo comprendería, y estaría usted atacando mi honorabilidad. Cuando uno se azagra, se azagra de verdad, y yo esto azagrado hasta los cotubillos. Y le recuerdo que el sueldo del último mes todavía no ha sido ingresado en mis cuentas corrientes—. Y claro, el jefe de personal, se traga lo que sea.

—¿Has escrito ya el artículo de El Debate para mañana?, me ha preguntado mi mujer. —No. Estoy azagrado y no consigo averiguar por dónde se va a mi despacho—. Dicho y hecho, mi mujer me ha tomado de la mano, ha apagado el aparato de televisión, me ha dejado sin el «Open» de Australia, y después de un brevísimo paseo de siete pasos, me ha depositado ante mi mesa de trabajo y con gran delicadeza me ha advertido: —Aquí está tu despacho. Y como te vuelvas a azagrar, te vas a enterar de lo que es bueno—. Y aquí estoy, con mi despacho recuperado, intentando escribir un artículo que sea merecedor del interés de los lectores de El Debate. Y como me siento harto de política, de corrupción, de golpes de Estado soterrados, del fiscal general, de la encantadora Pardo de Vera y de Mendy, el «defensa» del Real Madrid, he elegido una posible novedad lingüística con pretensión de impacto académico, y en esas me encuentro y me hallo en estos momentos.

Cuando firme el texto y lo envíe, tengo pensado pasar por Comillas para hacer algunas gestiones. Lo de hacer gestiones suena muy bien. Y hay un cartel, en la carretera que indica la dirección hacia Comillas y la distancia. Dos kilómetros. Intentaré llegar, porque aún me siento bastante azagrado y no deseo azagrarme del todo y en lugar de Comillas, encontrarme en los accesos de Palencia.

Oren por mí.