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Cosas que pasanAlfonso Ussía

El acabose

Sea recordada aquella estricta periodista que me afeó en la tertulia de Luis Del Olmo que manifestara mi alegría por el «extraordinario futbolista negro que había contratado el Real Madrid, Clarence Seedorf»

No sé dónde vamos a parar, pero nos acercamos al acabose. Hace unos días, una periodista blanca, aparentemente rubia, siempre equilibrada y de verbo moderado, acudió al acto inaugural del Año de Homenaje a Franco que había organizado el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez en el Museo Reina Sofía. La gentil periodista, de apellido compuesto, Ana Pardo de Vera, también filóloga, lucense de nacimiento e insisto, para que mi indignación se mantenga en su vibrante atalaya, española de raza blanca, fue brutalmente atacada con un micrófono por un negro de Vox, Bertrand Ndongo, un camerunés nacionalizado español, que disfruta persiguiendo a las periodistas de raza blanca de izquierdas. Así, más o menos, ha justificado la FAPE el indignante acoso al que fue sometida nuestra ejemplar reportera y presentadora de televisión por parte del bárbaro centroafricano de derechas. Y ella, hizo lo que tenía que hacer. Le arrebató el micrófono al africano, lo lanzó con gran acierto a una papelera y le retó a recuperarlo como un gorila, si bien, nuestra límpida dama, asegura que no le llamó gorila a Ndongo porque ella es animalista y adora a los gorilas, precisamente. Sí admitió haberle dicho que era un negro tonto por ser de derechas, justificando la escasa amabilidad de su frase en el sofoco y el agobio que el negro de derechas le produjo. El negro, claro está, no iba acompañado y se limitó —hay límites incomprensibles—, a preguntar a nuestra periodista blanca por su presencia en tan importante acto en homenaje al Generalísimo. Ella se dejaba acompañar, como es habitual entre las periodistas blancas, por ocho personas, a las que conoció casualmente a la entrada del museo. Y sí reconoce lo de «negro», que es, por todos los integrantes de las bondadosas izquierdas, considerado un insulto, pues lo correcto política y socialmente, es denominarlos «subsaharianos», aunque sean negros. Sea recordada aquella estricta periodista que me afeó en la tertulia de Luis Del Olmo que manifestara mi alegría por el «extraordinario futbolista negro que había contratado el Real Madrid, Clarence Seedorf». «Lo de negro, sobra, ahora se dice subsahariano». «Lo malo, monina, es que ha nacido en Amsterdam».

Otra bondadosa tertuliana, también opinando de fútbol, se indignó conmigo en los días previos a un Real Madrid-Atlético, cuando afirmé que los merengues ganarían por goleada a los indios. Me llamó racista, por referirme a los atléticos como indios. «Ellos son los que se hacen llamar así. Porque acampan junto al río —el Manzanares—, aborrecen a los blancos —los madridistas—, y su Gran Jefe se llama «Caballo Loco» —Jesús Gil—. Es decir, que se lían con el sentido del humor.

Y pocos días más tarde del indignante acoso del negro a la frágil y moderada periodista blanca, un reportero de derechas, Vito Quiles, se atrevió a intentar entrevistar en la calle a una gloria del periodismo sanchista-podemita-sumarista nacional. Al impresionante y siempre respetuoso Antonio Maestre, que tenía un mal día. El maestro de periodistas le arrebató al reportero el micrófono y lo lanzó como si fuera una piedra a veinte metros de distancia. Lógica reacción de un periodista de prestigio cuando es preguntado por un reportero joven de diferente sensibilidad ideológica.

Se ignora qué ha opinado la FAPE al respecto, pero tengo la solución. A partir de ahora, los reporteros de derechas, blancos o negros, que osen intentar entrevistar a los grandes periodistas de la ultraizquierda internacional —ellos son internacionales y no paletos nacionales como Ndongo y Quiles—, deben llevar los micrófonos atados a una goma elástica, con el fin de que, de serles arrebatados y lanzados a papeleras o aceras paseadas, la goma, al alcanzar el máximo grado de tensión, procure el retorno del micrófono a manos de su propietario, sin precisar de gorilas para recuperarlos en buen estado.

No se puede ir por la calle molestando a grandes figuras del periodismo. Esta recomendación, casi advertencia, es aplicable a reporteros, sean blancos o negros o indios o color café con leche no integrados en el sanchismo vigente.

Hemos perdido la educación y el respeto. El acabose.