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Desde la almenaAna Samboal

Contra las cuerdas

El PNV necesita del PSOE para gobernar en Vitoria y el PSOE del PNV en el Congreso. Mientras esa conveniencia mutua se mantenga, no variará el estatus quo. Y, si algo más necesita, para eso está Hacienda

Cuando Pedro Sánchez decidió someterse a la investidura para mantener el Gobierno, a pesar de la raquítica representación parlamentaria de su partido, eligió mantener el estatus de presidente a cambio de ceder libertad y poder. Se puso en manos de formaciones, personas y personajes de todo pelaje que ni se sienten responsables del devenir del Estado ni del bienestar de sus ciudadanos y a los que, por supuesto, la coherencia política del señor de la Moncloa les trae al pairo. A decir verdad, tampoco parece preocuparle a él mismo demasiado.

Es difícil saber si, ante la gestión de regate corto y estrategia de 48 horas que practica, calculó las consecuencias de sus actos cuando optó encaminarse hacia un callejón sin salida acompañado de un grupo de mercenarios que, ahora que se acerca al muro que le cierra el paso, comienzan a exigir con vehemencia y amenazas varias las soldadas debidas a cambio de seguir acompañándolo. Posiblemente, creyó haberse librado de Pablo Iglesias, pero el de Galapagar solo espera agazapado a pegarle el zarpazo a que su candidata esté entrenada para encabezar la candidatura de Podemos. Apostó por Yolanda, que parece disuelta como un azucarillo, pero a la que, a tenor de sus antecedentes, no debería dejar a su espalda. El día menos pensado, le organiza una huelga general a costa de la reducción de jornada o de lo primero que se le pase por la cabeza con tal de conservar el asiento. Capítulo aparte merecen los de Bildu. Siendo quiénes son y sabiendo de dónde proceden, su anuencia y sus silencios serán siempre más peligrosos que cualquier alarido. Y a toda esa amalgama de extremistas y comunistas ha sumado a la soldada de las derechas nacionalistas y separatistas casposas y rancias.

El PNV necesita del PSOE para gobernar en Vitoria y el PSOE del PNV en el Congreso. Mientras esa conveniencia mutua se mantenga, no variará el estatus quo. Y, si algo más necesita, para eso está Hacienda. Cuestión bien distinta es la alianza que une sus destinos a Puigdemont. Si obtuviera la amnistía, se quedaría sin argumentos para apoyar a Sánchez. Si no la obtiene, gracias a un Estado de derecho más resilente de lo que muchos temían, tampoco tendrá razón alguna para seguir haciéndolo. Ni contigo ni sin ti, tienen mis penas remedio, que decía la copla.

Tras haber renunciado, aparentemente, a la financiación singular para Cataluña, que María Jesús Montero no podría ejecutar tras convertirse en la cara visible de los socialistas andaluces, su tarea se centra en desgastar a un presidente al que, por muchos fuegos de artificio que organice o viviendas que prometa para despistar al personal, le quedan pocas salidas. Le ha dejado sin presupuestos dos años consecutivos, desbarata las subidas de impuestos que la Moncloa necesita para blanquear su desbocado gasto ante la Comisión Europea o le exige rendirse de hinojos ante él en Waterloo. Y, aunque ese hombre que presume de ser de izquierdas y progresista solo porque, cada vez que tiene necesidad, saca a pasear a un dictador muerto, no porque haya renunciado a cometer atentados contra la igualdad, cumpla todos sus deseos, siempre habrá una línea más en la carta de demandas de un separatista insaciable. Es su naturaleza. Ha llevado a Pedro Sánchez al límite y promete ir más lejos. Él aguantará hasta que pueda o hasta que se lo permitan. Más felices se las prometía Zapatero.