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HorizonteRamón Pérez-Maura

No acepto que me tomen por imbécil

Lo que yo no sé todavía es exactamente qué méritos hizo Víctor de Aldama para que el Ministerio del Interior le otorgase la Cruz del Mérito de la Guardia Civil con distintivo blanco. Ni siquiera discuto que pudiera merecerla

Ruego a quienes tienen la soberana paciencia de leer estas columnas que me disculpen por reiterativo. Pero hay veces que es imprescindible insistir porque las ideas no se asientan a la primera. Yo lo diré una y mil veces, pero no me canso de repetir que no paramos de mejorar. Y a los hechos me remito. El ministro Grande-Marlaska, titular de la cartera de Interior, nos contó en una entrevista que le hicieron el pasado viernes en Radio Nacional de España, un agradable masaje que no sé si culminó con final feliz, que mientras estudia si puede anular la concesión de la Cruz del Mérito de la Guardia Civil a Víctor de Aldama, ha acordado «limitarle su uso».

Ya comprendo que a la mayoría de los lectores las condecoraciones les dan igual. Pero todos los honores que concede el Estado no son más que una forma de reconocer méritos y contribuciones al Reino de España. No era extraño, ni en España ni en otros países, que cuando un ciudadano de posición acomodada hacía una aportación significativa a las arcas del Estado, como por ejemplo financiar un batallón en una guerra en ultramar, en lugar de devolverle el préstamo que había hecho a las arcas nacionales, el Rey le otorgaba un título nobiliario. O una gran cruz. Ambos casos podían emplearse para reconocer ejemplos de heroicidad. Todos salían ganando. Lo que yo no sé todavía es exactamente qué méritos hizo Víctor de Aldama para que el Ministerio del Interior le otorgase la Cruz del Mérito de la Guardia Civil con distintivo blanco. Ni siquiera discuto que pudiera merecerla. Técnicamente, es perfectamente posible que un delincuente encubra con eficacia su vida oscura mientras, por otra parte, puede acumular méritos que le hagan merecedor de un reconocimiento público. Hay tanta gente que tiene una doble vida…

Pero aquí nos encontramos con que Grande-Marlaska no ha sido capaz de argumentar los méritos que tenía Aldama al margen de su vida oscura. Yo, desde luego, no los conozco. Lo que me pone en el peor escenario posible: los únicos méritos de Aldama eran en realidad sus deméritos que representaban un beneficio para quien estaba en posición de proponerle para la condecoración. Es decir, verdaderamente vergonzoso.

Mas, no contentos con esta situación bochornosa, Grande-Marlaska declaró el pasado viernes a Radio Nacional que va a limitar a Víctor de Aldama el uso de la Cruz de la Guardia Civil con distintivo Blanco. Se lo juro. Que le van a limitar el uso de la Cruz del Mérito. Y ¿Cómo se hace eso? Si los servicios de información del CNI se enteran de que Aldama tiene hoy la boda de un sobrino en la que ha sido designado testigo ¿enviará Grande-Marlaska a una pareja de la Guardia Civil a hacer vigilancia a la puerta del domicilio de Aldama y detenerlo si intenta salir de su casa luciendo la Cruz del Mérito?

Es evidente que Marlaska no ha logrado argumentar una justificación para esta condecoración. Y es evidente que condecorar a quien está siendo investigado por delitos varios queda francamente mal. Pero hemos llegado a un punto tal de degradación moral en nuestra sociedad que yo ya tengo casi todo asumido. Pero todavía me resisto a una cosa: a que me tomen por imbécil.