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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Un fantasma pasó por Davos

Se requiere una efigie marmórea para ponerte a defender la democracia en la cita de los amos del universo cuando la estás machacando en tu propio país

En un privilegiado complejo hotelero helvético, a 1.650 metros de altitud, se batió ayer el récord Guinness de dureza facial. Cabe destacar que la hazaña la rubricó un español. O por ser más precisos: un ciudadano de lo que ahora se conoce como LEP (La España Plurinacional).

Admirable Sánchez, hay que poseer una efigie muy marmórea para presentante en Davos como el campeón de la democracia cuando te la estás cepillando en tu país. El pasado viernes irrumpiste a galope en nuestra mayor multinacional tecnológica, llamando a su presidente a Palacio para echarlo. Este martes, tu ministro de Justicia anunció una reforma para cambiar el acceso a la carrera judicial, a fin de que podáis colar en los tribunales a amiguetes de izquierdas que boguen a favor de la correcta causa. Y como condimento de este guiso a lo comandante Chávez, tenemos tu turbio caso de guerra sucia contra una rival política, con órdenes que salieron de la Moncloa y fueron ejecutadas por un fiscal que ha intentado borrar las huellas de su delito deshaciéndose de su móvil.

A la misma hora en que te pavoneabas en Davos, en inglés y levitando, tu Gobierno era abofeteado en el Congreso por el socio al que debes tu lecho palaciego, un prófugo de la justicia. Y ya estáis empezando a dejar caer que quizá prorrogaréis también este año los presupuestos, como hicisteis en 2024. Es decir: en realidad estás ahí para pasearte en el jet oficial, insultar a la oposición y a quienes la votan, amnistiar a golpistas, dividir a la sociedad, batallar con Franco a título póstumo, amenazar y perseguir a jueces y periodistas para que no investiguen a tu familia, trucar los datos del paro con mañas semánticas y dejar un pufo épico en las cuentas pública. No existe Gobierno sin presupuestos.

Tampoco faltó en Davos la fantasmada de que somos la economía que más crece del orbe. No añades que merced a tu brillante gestión sufrimos durante la pandemia la mayor caída del PIB de la OCDE. Tampoco les explicas a los gurús del resort alpino que nuestro crecimiento está dopado por los anabolizantes de los fondos europeos y un gasto público disparado, que se costea con un Everest de deuda.

Desde el indudable cariño que te profeso, permíteme también que te diga que la nueva cortina de humo para tapar tus miserias, lo de la justa a lo Quijote contra los gigantes tecnológicos estadounidenses que lanzaste ayer en Davos, tiene un puntillo ridículo.

Cuando la izquierda mangoneaba Twitter y los opinadores de derechas eran censurados y vetados, cuando Zuckerberg y Google alardeaban de «progresismo», cuando el Washington Post de Bezos ganaba premios Pulitzer crujiendo a la Iglesia católica, cuando Silicon Valley remaba en vuestra línea… entonces no tenías ni una queja. No te preocupaba nada que el descontrol en las redes llegaba al extremo de que se subían impunemente manuales para fabricar bombas caseras, material pedófilo y discursos del odio de todo tipo. Has descubierto que existe un problema en las redes sociales solo porque Elon Musk apoya a Trump, y no al deprimente y estéril wokismo, que no arregla un solo problema a los currantes de carne y hueso (y tienen muchos).

Resulta tragicómico que te presentes con rictus solemne y apesadumbrado en Davos para llamar a «unirse en defensa de la democracia». Tú, qué estás plagiando el libro de Chávez capítulo a capítulo.

Y mientras tanto, los coros y danzas de la «coalición progresista» ya corean de sol a sol el nuevo lema: el luciferino y fachoso PP ha dejado sin subida de pensiones a nuestros ancianos y sin abono de transporte a nuestros jóvenes. No, admirable Peter. Si mañana aparcases tu filibusterismo parlamentario —si en lugar de hacer un cóctel para colar lo malo mezclándolo con lo bueno—, sacases a votación solo el apartado de las pensiones, tendrías el apoyo inmediato de la derecha. Y si pierdes las votaciones parlamentarias, es solo porque eres un zombi político, que quedó de segundo en las elecciones, a 55 escaños de la mayoría absoluta, y que flota a merced del capricho de un fugitivo estrafalario que odia a España.

Un fantasma pasó por Davos.