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Pecados capitalesMayte Alcaraz

Jose, sin pasaporte y sin amigos

Así que llegó julio de 2021 y Pedro tuvo que tomar una decisión difícil, dolorosa, compleja: mandar a esparragar a su hombre de confianza, minutos después de que le ayudara a rematar una crisis de Gobierno que se iba a llevar por delante a Carmen Calvo y al gurú Iván Redondo

Actualizada 01:30

Jose, qué bueno era Jose. A Pedro le encantaba. Porque tenía arrojo, era el Torrente de Ferraz, un poco zafio y muy aficionado a las faldas (y no solo a las de ternera), pero bordaba lo de los trabajos sucios, un gran fontanero para la causa, el que cantaba las cuarenta a todos esos baronzuelos que quisieron eliminar al Sumo Líder del PSOE. Para Pedro lo era todo. Él y Begoña acudían a todos sus cumpleaños. La relación era casi familiar. Por ello, el matrimonio Sánchez-Gómez y su hija menor no faltaron el sábado 8 de diciembre de 2019 a la fiesta sorpresa del 60 aniversario de su querido Jose, que organizó Víctor de Aldama en su restaurante de Castellana 259.

Cómo olvidar cuando se levantó con su humanidad bien alimentada y desde la tribuna del Congreso, delante de los ojos atónitos de la entonces presidenta de las Cortes, Ana Pastor, y con el bolso de Soraya ocupando el escaño de Rajoy, espetó al ausente presidente del PP aquel día último de mayo de 2018 en la moción de censura lo de: «La decencia debe ser algo esencial, no accesorio, la diferencia es que hay algunos que dejan la vida política y otros se aferran a ella». Qué gran discurso. De Jose. Claro.

Qué grande era Jose. Ya se encargó su agradecido Pedro de encaramarlo a la cúspide de Ferraz y al Ministerio de más gasto del Gobierno. Porque era su hombre para todo. Pedro no hubiera llegado tan lejos sin el apoyo de su escudero valenciano. El propio Jose fue el encargado de gestionar la purga de la cúpula directiva de El País una semana después de la moción. Pedro estaba muy enfadado con el director de ese periódico, Antonio Caño, con el director adjunto, David Alandete, y con otros miembros del staff porque no escribían a su dictado. Le parecía que el diario era demasiado felipista y poco sanchista. Así que Jose se hizo cargo de la operación. Hay quien cuenta que fue diciendo por TVE días antes de las destituciones que «pronto habría una limpia en El País. Esto ya está hecho». Y tanto. Así que un problema menos y un medio de comunicación más para el coleto del nuevo presidente.

Que después se le fuera la mano en los enjuagues con señoritas y en las concesiones de mascarillas en plena pandemia, pues qué se le va a hacer. Que montara una zapatiesta en Barajas a cuenta de la visita prohibida por la UE de la vicetirana de Venezuela, pues todo sea para que otro José Luis, de apellido ZP, quedase bien ante su amigo Nicolás. Hasta el comprensivo jefe de Moncloa le dijo, cuando gracias a la prensa saltó el escándalo, aquello de «adelante, Jose, que no te afecte lo de Delcy». Pero un feminista como el agradecido Pedro, con un Consejo de Ministras, y con vicepresidentas a cascoporro para la propaganda no podía soportar que alguien se enterara de las aficiones por lo femenino,, que no por lo feminista, de su mano derecha. Así que Jose colmó el vaso de la paciencia de Pedro cuando la mujer del ministro le fue con el cuento a Adriana Lastra y a Carmen Calvo de que lo de las chicas de compañía se le había ido de las manos a su esposo infiel. Que si una bronca en un Parador, que si otra en un bar de Mérida con Koldo encarándose con policías, que si a una tal Jessica la había enchufado en dos organismos públicos dependientes de su Ministerio.

Así que llegó julio de 2021 y Pedro tuvo que tomar una decisión difícil, dolorosa, compleja: mandar a esparragar a su hombre de confianza, minutos después de que le ayudara a rematar una crisis de Gobierno que se iba a llevar por delante a Carmen Calvo y al gurú Iván Redondo. Pedro tenía que evitar que el lodo le salpicara. Estuvo medio enfadado con él hasta que Jose le hizo saber que estaba al corriente de muchos trapos sucios en el partido, que lo sabía todo de las gestiones de Pepiño Blanco, de las de Zapatero, de las de Francina, de las de Ángel Víctor Torres, del «cupo vasco» de Santos Cerdán y que era mejor no hacerse daño. Así que dicho y hecho: en las elecciones de julio de 2023 Pedro le colocó de número dos en la lista electoral por Valencia. Así si venían mal dadas estaría aforado. Era lo más que podía hacer por él. A cambio de su silencio. De hacerse el olvidadizo. De que el problema «no escalara».

Luego ya vendría, con la imputación de Koldo y Aldama y la investigación cercándole, lo de expulsarle del partido, mandarle al padrino Santos Cerdán a conminarle a que no se metiera en peleas... Después un si te he visto no me acuerdo y aquí paz y después lo que venga. O lo que mande el instructor Leopoldo Puente, que ayer le quitó el pasaporte y le obliga a comparecer cada quince días ante el Supremo. No vaya a ser que se marche: a Perú, donde tiene casa, o a Dominicana…

Jose… José Luis Ábalos Meco para el BOE. Sin pasaporte y sin amigos. No hay justicia social.

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