Napoleonchu descubre África
No ha hecho un nuevo Plan África sino que nos dice que ha diseñado una estrategia. Es que ahora él es muy modesto. Pero lo más curioso es que en lugar de consultar esa estrategia con nuestros embajadores en África, la ha consultado con los embajadores africanos en Madrid

Cuentan -y no paran- en Exteriores que el actual titular de esa Casa, cada vez que ve a Sánchez un poco apurado, le dice a su equipo que el único posible sustituto dentro del Gobierno es él. A nadie puede sorprender que se lo crea. Más que nada por la consideración que tiene de sí mismo, que no por los méritos acumulados en su gestión.
Como está visto que la posición internacional de España es cada vez más irrelevante, nuestro nunca bien ponderado Napoleonchu ha tenido la brillante idea de presentar una «Nueva Estrategia para África». Ahí es nada. Una estrategia que debe valer igual para el Magreb, que para el África ecuatorial o para el sur del continente. Esto me ha traído a la cabeza la gran obra de Carlos Robles Piquer «Europa y el drama de África» (Taurus 2006) que el autor dedicó «A los africanistas españoles, esa tribu escueta y entusiasta. Con admiración.» Me pregunto si mi llorado Carlos la tendría también por Napoleonchu después de leer esta estrategia.
El ministro la ha presentado en el número 223 de la Revista Política Exterior que fundó en 1987 mi querido amigo y colega Darío Valcárcel y de la que soy suscriptor desde el número 1 y fui miembro de su consejo de administración durante 25 años. Es decir, creo que el ministro ha escogido el soporte más adecuado en la revista que ahora dirigen José M. de Areilza y Pedro Rodríguez. Pero cuando lo lees resulta muy evidente que el texto está lejos de tener una verdadera relevancia. Apenas pasa de ser una sucesión de lugares comunes.
España ha tenido tres planes África, el último de los cuales se terminó siendo ministro Alfonso Dastis. Pero cuando llegó al Ministerio Josep Borrell optó por meterlo en un cajón. Porque como es habitual con los socialistas ellos aplican su ideología en África. Y eso lo manifiestan con la ayuda al desarrollo, que ya creció con Borrell y siguió creciendo con González Laya. Lo verdaderamente curioso es que el objetivo de la ayuda al desarrollo española casi sólo está en África. Ni en Asia, ni en Hispanoamérica hay una política igual.
Napoleonchu no ha hecho un nuevo Plan África, sino que nos dice que ha diseñado una estrategia. Es que ahora él es muy modesto. Pero lo más curioso es que en lugar de consultar esa estrategia con nuestros embajadores en África, la ha consultado con los embajadores africanos en Madrid. Es decir, como sólo vemos África como un objetivo de nuestra ayuda, se hace una estrategia para favorecer a los africanos en lugar de una estrategia que promueva los intereses de España. Para eso están nuestros impuestos. Y tampoco pensemos que los africanos están agradecidísimos por esta política porque detestan el paternalismo. Pero nadie va a rechazar duros a peseta. A la hora de cobrar, todos contentos.
Lo peor de la estrategia es que probablemente le falta un plan estratégico y no es broma retórica. Por ejemplo, no se analiza la inmigración del continente africano. Cuatro quintas partes de los emigrantes africanos van a otros países africanos. Hay países del continente que reciben cada año tantos inmigrantes como toda Europa. Este plan estratégico, en materia de inmigración, sólo habla de obviedades: la gente se muere, lo pasa muy mal, son muy pobres y hay que mejorar su nivel de vida para que no emigre. Pero eso es no tener ni idea de lo que tienes ante ti. Los que de verdad emigran no son los que viven en la miseria en el norte de Níger; a España llega el taxista de Dakar que ha ganado suficiente dinero para, sumando lo que saque de vender el taxi, se pueda pagar un cayuco para venir a España. Pero si el Gobierno de España, en lugar de malgastar el dinero en contarnos una historia falsa de España, estudiara lo que de verdad ocurrió durante el franquismo se habrían enterado de que los españoles no emigraron a trabajar a Alemania y Francia en 1940 cuando vivíamos en la pobreza absoluta y la autarquía. Emigraron en la década de 1960 cuando empezaba a haber una clase media. Pero pretender que Napoleonchu se pueda enterar de eso es pedir peras al olmo. Y predicar en el desierto.