Trotamos, impávidos, hacia la dictadura
La batalla por acallar medios es más fácil para el Gobierno. Primero por el peso que tiene la publicidad institucional en la cuenta de resultados de muchos medios españoles. Y segundo por lo fácil que es emplear los grandes medios afines para ningunear y descalificar al que molesta al Gobierno
Cuando un Gobierno presenta una ley mordaza que pretende acallar a los medios de comunicación no afines, lo normal es que la Prensa se subleve. Incluso los más afines porque los poderes que ahora podrá ejercer este Gobierno pueden estar un día en manos de sus rivales políticos si no logran el fin último de su política que es el de permanecer eternamente en el poder. Y si un día cambian las tornas políticas, el silenciamiento de la Prensa estará justificado para el nuevo Gobierno porque ya lo hacían los otros. Yo creo que los periodistas que ahora callan ante la nueva ley mordaza ni son periodistas ni son nada.
Pero la misma impavidez se extiende por toda la sociedad. Ayer conocimos el auto del magistrado del Tribunal Supremo en el que manifiesta los indicios que señalan al fiscal general del Estado de ser el autor de la filtración de los problemas con Hacienda de Alberto González Amador. No digo ya en cualquier democracia, en cualquier Estado de derecho, y algunos regímenes autoritarios pueden serlo, un fiscal general de Estado o su figura equivalente, que fuese acusado de un delito por un magistrado instructor del Supremo estaría en su casa en el minuto siguiente. Pero aquí, para algunos medios no es ni noticia lo que dice el auto porque están intentando presentar a la Justicia española como partidista, alineada ideológicamente. Lo peor que puede ocurrir.
En el momento político que estamos viviendo quedan dos frenos al asalto total al poder por parte de Sánchez y sus adláteres. La Justicia y la Prensa libre. La principal batalla que ha perdido Sánchez hasta ahora es la de la Justicia. La actual composición del Consejo General del Poder Judicial es una gran victoria para la Justicia libre y profesional y se está demostrando con sus nombramientos por unanimidad para cubrir las vacantes judiciales. Sí, es verdad que la presidente de este órgano y del Tribunal Supremo es miembro de la organización «progresista» Jueces para la Democracia. Pero la independencia judicial jamás puede basarse en que los jueces tengan mis ideas políticas. La clave está en que crean en la independencia del Justicia y no se plieguen al Gobierno de turno. Y Perelló está demostrando que esa es su prioridad.
La batalla por acallar medios es más fácil para el Gobierno. Primero por el peso que tiene la publicidad institucional en la cuenta de resultados de muchos medios españoles. Y segundo por lo fácil que es emplear los grandes medios afines para ningunear y descalificar al que molesta al Gobierno. Que el Gobierno se refiera a medios de comunicación como «fachosfera» «máquina del fango», o «galaxia digital ultraderechista» es una demostración incontestable de su falta de respeto por la libertad de expresión. El Gobierno intenta cubrir sus vergüenzas diciendo que lo que la nueva ley mordaza nos trae es la aplicación de diversos reglamentos europeos como el 2022/2065. Pero como muy bien ha explicado en El Debate Ana Martín, eso es una burda mentira porque los reglamentos europeos son de aplicación inmediata en todos los países de la Unión. Son las directivas europeas las que hay que trasponer a la legislación nacional. Antes se coge a un mentiroso que a un cojo.
Cada día es más evidente que este Gobierno está dispuesto a hacer lo que sea necesario para mantenerse en el poder. No tienen pudor alguno. A lo largo de la Historia es habitual ver gobiernos con derivas autoritarias a los que se acaba poniendo freno, por las buenas o por las malas. Pero en esta hora, con esta sociedad impávida, no parece que a muchos españoles les importe nada la deriva de su país.