El «Espíritu del 12 de Febrero» de Trump
Ahora ya tenemos la evidencia de que la encerrona de Trump a Zelenski en el Despacho Oval en la que lo que los periodistas llamamos un «mudo» (posado para reporteros gráficos sin declaraciones) se convirtió en lo que en términos diplomáticos se puede considerar una batalla campal. Casi a gritos

Si en España muchos no saben lo que fue el espíritu de la Transición, pretender que tengan idea de lo que fue el Espíritu del 12 de Febrero es perfectamente inútil. Déjenme recordar que se corresponde con el programa de Gobierno, mínimamente reformista, que presentó en esa fecha de 1974 Carlos Arias Navarro, último presidente del Gobierno de Franco. Y que en cuanto llegó la Revolución de los Claveles en abril, se evaporó.
El pasado 14 de febrero escribía aquí una columna titulada «Ojalá me equivoque» en la que anticipaba lo que hemos visto en los últimos días. Basándome en la conversación de 90 minutos mantenida el 12 de febrero entre Putin y Trump yo anunciaba un nuevo orden en el que el apoyo a las democracias occidentales deja de ser una prioridad para Estados Unidos. Recibí muchos comentarios poco cariñosos por el contenido de mi artículo que describía unos hechos. Apenas tenía opinión. Ahora ya tenemos la evidencia de que la encerrona de Trump a Zelenski en el Despacho Oval en la que lo que los periodistas llamamos un «mudo» (posado para reporteros gráficos sin declaraciones) se convirtió en lo que en términos diplomáticos se puede considerar una batalla campal. Casi a gritos.
Es evidente que esa batalla ha sido la más clara manifestación del nuevo orden salido del también nuevo Espíritu del 12 de Febrero que quiere imponer Donald Trump. El primer ministro británico, demostrando que quien tuvo, retuvo, organizó en 48 horas una cumbre en Londres, a la que fueron todos los aliados tradicionales de Estados Unidos para hacer lo contrario de lo que había hecho el presidente norteamericano dos días antes: para abrazar a Volodímir Zelenski y decirle que están con él. Muy interesante el detalle de que después de llevar en mano Keir Starmer una invitación del Rey Carlos III a Trump para que haga una visita de Estado al Reino Unido –ya hizo una en su anterior mandato– el propio Rey recibió a Zelenski para resaltar la solidaridad británica con Ucrania.
Y el posado en las escaleras de Lancaster House también nos dejó otros datos para la Historia. No era una reunión de dirigentes europeos, como se ha dicho reiteradamente por múltiples medios de comunicación sin dedicar un minuto a analizar quién estaba en la foto. Ahí estaba el primer ministro de Canadá, que por más que tenga como soberano al Rey Carlos III, no es Europa. Y también estaba el primer ministro turco, cuyo país tiene el 90 por ciento de su territorio en Asia. Ahí estaban en la última fila los dos más próximos a Trump, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, que fue primer ministro de Holanda, y la primer ministro italiana, Giorgia Meloni. Y Starmer se dio el placer de poner justo detrás de él a los presidentes del Consejo Europeo y de la Comisión Europea. Eso, ante cierto electorado británico, le viene muy bien.
Es evidente que el Espíritu del 12 de Febrero disuelve el papel de la OTAN y de una Unión Europea sin capacidad militar y con una merma de potencia armada muy notable tras la salida del Reino Unido de sus filas. Pero, al menos, lo que esa foto muestra es una búsqueda de un nuevo planteamiento. Porque como hemos visto en horas 24, la versión de las dos potencias nucleares asistentes al encuentro, el anfitrión, Reino Unido, y Francia, cuyo presidente posa a la derecha de Starmer, precediendo al invitado de honor, Zelenski, ya ha mostrado una grave desavenencia en público sobre los pasos a seguir. Pero lo que es importante es entender que lo que había ya no vale.
La OTAN ya solo es parte de la Historia. Su estructura actual no es válida, aunque no sea más que porque el mando militar es norteamericano y ya no podemos contar con la certeza del apoyo militar de esa república americana. Pero yo creo que mejor que abandonar lo que hay y crear algo nuevo, lo más lógico sería aprovechar la estructura existente y adaptarla a las nuevas circunstancias. Que empiezan por multiplicar el gasto en defensa que sin la participación de Estados Unidos puede requerir más del 5 por ciento del PIB de cada país miembro. Y Sánchez poniéndose en la foto, pero mirando para otro lado a la hora de apoquinar. Lo que es lógico cuando no puedes sacar adelante unos presupuestos.