El circo llega al Congreso
Rajoy recordó cómo él pudo pactar con la oposición el proceso de abdicación del Rey Juan Carlos y guardar el secreto durante quince días. Algo de similar trascendencia sería hoy simplemente inimaginable

Creo que el Mariano Rajoy al que tanto se desprecia –incluso se odia– desde el entorno de Vox tuvo ayer una gran intervención en las Cortes y aguantó con firmeza las invectivas de independentistas y socialistas con una soltura parlamentaria que acabó logrando que Gabriel Rufián se fuese de la sesión después de hacer sus últimas preguntas y sin quedarse a escuchar las respuestas. Porque Rufián no fue allí a buscar contestaciones. No. Cada vez que decía algo impedía responder a Rajoy y la interlocución del portavoz de ERC y el expresidente es un constante solapamiento de la voz de los dos. Se trataba de insultar a Rajoy, no de buscar quién dio un golpe de Estado en Cataluña y quién lo frenó. Un circo deplorable. Y Arnau Ramírez, el miembro del PSC que presidía la comisión dejó a Rufián vocear sobre las respuestas de Rajoy sin el más mínimo pudor.
Porque Rajoy pudo sostener que la Operación Cataluña que se supone que era la razón de ser de la comisión de investigación nunca existió. Y Rajoy, que podía haber declinado asistir a la comisión allá fue y con la palabra desbarató la estrategia de los independentistas y del PSOE.
Pero quizá lo más interesante de esta comparecencia no sea exactamente lo que allí se debatía. Porque vivimos un momento en que la política española se ha polarizado como nunca pudimos imaginar. Rajoy recordó cómo él pudo pactar con la oposición el proceso de abdicación del Rey Juan Carlos y guardar el secreto durante quince días. Algo de similar trascendencia sería hoy simplemente inimaginable. Porque con las mentiras habituales de la izquierda, que sus medios afines repiten como loros intentado convertirlas en verdad, el cambio positivo y conciliador de España que dicen que ha hecho Pedro Sánchez, el asentamiento de las libertades y la conciliación de los españoles es exactamente la antítesis de lo que estamos viviendo.
España vive hoy al borde del despeñadero por el empeño en buscar la tensión permanente. Porque para Sánchez no hay otra forma de sobrevivir políticamente. Crear una tensión contra «la derecha y la ultraderecha», esos elementos indisociables que desgraciadamente caen con demasiada frecuencia en la trampa que les tiende el PSOE con el apoyo orquestado por el Equipo Nacional de Opinión Sincronizada. Y ahí tenemos la prueba con la campaña que se está dando contra Carlos Mazón en Valencia que le compran desde el centro derecha muchos medios y personas que tienen esa posición. Es evidente que en la dana del 29 de octubre se hicieron muchísimas cosas mal con un coste altísimo, especialmente en vidas humanas. Pero la culpa, como mínimo, es por igual del Gobierno de la nación y del Gobierno de la Comunidad Autónoma de Valencia. Pero tenemos a todo ese Equipo Nacional poniendo en la línea de fuego 24 horas al día a Mazón como si él fuera un problema. Cuando el problema es la corrupción que asola al PSOE, por no hablar de los abusos sexuales de la izquierda.
A mí me alegra mucho ver que este 5 de marzo han intentado abrir una nueva línea de distracción de la opinión pública con una supuesta Operación Cataluña. Pero cometieron un inmenso error creyendo que iban a poder revolcar a Rajoy que, como el Gladiator original, devoró hasta los leones de ese circo. Con su pan se lo coman.