Ay, Pedro, vemos a Hermit muy verde
Ensimismado en sus musas musicales, el bueno de David ha sido tan zote que ha dejado rastros del enchufazo por medio Badajoz
Mozart, que rivaliza con Bach por el cetro de genio supremo de la música, jamás firmó como Amadeus. Su nombre real era Joannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart. Aunque le gustaba utilizar seudónimos, como Trazom, Gangflow (Wolfgang escrito al revés) o incluso el italianizante Mozartini.
Muerto en Viena a finales del XVIII, con solo 35 años, algunos de sus biógrafos creen que nunca llegó a madurar del todo, que fue una suerte de niño grande, ensimismado en su mundo y con mala relación con las menudencias domésticas.
Difícil no percibir similitudes entre el maestro austríaco y el músico español de referencia en la actualidad, el madrileño David Sánchez Pérez-Castejón. Los empareja su talento, por supuesto. Pero también existen similitudes en aspectos de sus personalidades. Al igual que a Mozart, a David le agradan los seudónimos. Inició su triunfal carrera bajo el nombre artístico de David Azagra y esta semana acabamos de descubrir que también empleaba otro alias: Hermit (ermitaño en inglés).
Un rasgo distintivo de muchos genios es el despiste. Absortos en sus elevados pensamientos se olvidan de lo tangible. Tal y como le ocurría a Mozart, el maestro Azagra —o Hermit, como prefieran— guarda también una torpe relación con la vida práctica. Y esto, admirable Pedro, nos está creando un lío de la leche en Badajoz. Ha sido tan chapuzas manejando el dedazo que ha dejado allí un campo de minas. Un poco zote. Si en vez de músico se llega a haber hecho espía, se lo cargan en la primera misión. La jueza y la Guardia Civil se están poniendo las botas. Pinta chungo.
Tras regresar de sus ocho años formándose como director de orquesta en San Petersburgo, David no encontraba curro. Pero por una mera casualidad, nada más recuperar su hermano mayor la secretaría general del PSOE, el maestro Azagra fue fichado por la Diputación de Badajoz, gobernada por los socialistas, a fin de que dirigiese su afamada área musical.
Se organizó un concurso público y se impuso David, con un tribunal formado al completo por gente del PSOE. Todo limpio. Una vez contratado, al maestro Azagra, abstraído en su creatividad, se le olvidó un detalle: presentarse a trabajar. Casi no pisaba la oficina, hasta el extremo de que la Diputación socialista acabó montándole un despacho pirata en un piso, en lugar del que tenía en la sede de la corporación provincial, para que no cantase que era un escapista laboral.
David siguió cometiendo errores tácticos. Cobrando de una Administración pública española, fingió ser residente en Portugal para tributar allí, escaqueándose así de la brasa fiscal con que nos fríe su hermano.
Más patinazos. El bueno de David se siente solo en Badajoz. ¿No podría Peter mandarle un fámulo de compañía? Dicho y hecho. Un asesor de la Moncloa es destinado a Badajoz en calidad de «jefe de sección de Actividades Transfronterizas», con el cometido real de auxiliar al atribulado maestro Azagra (al que se dirige en los mails como «querido hermanito», en alusión gracioseta a nuestro providencial Líder Supremo).
Con tanto cachondeo, resultó —ay— que los pérfidos «digitales de los bulos» —es decir, la prensa libre— acabaron enterándose del enchufazo. En concreto, lo reveló Alejandro Entrambasaguas en este periódico. A raíz de esas informaciones, el maestro Azagra se ha quedado sin chollo y además está imputado por tráfico de influencias y prevaricación.
Confiemos en que muestre más dotes para la batuta que para la picaresca, porque como pícaro... Cuando la jueza le preguntó la dirección de su puesto de trabajo, no se le ocurrió respuesta mejor que decirle que lo ignoraba. Un hito en la historia laboral de la humanidad.
Como guinda, se acaba de descubrir otra metedura de pata autoincriminatoria. En junio de 2017, el maestro se dirigió a través de Airbnb a un paisano que alquilaba un piso en Badajoz, diciéndole que lo necesitaba para «tres o cuatro meses», o tal vez para un periodo más largo. La cagada estriba en que hizo esa gestión en la víspera de su entrevista ante el tribunal. Es decir: destapó así que todo estaba ya amañado a su favor, aunque hubiese otros candidatos. David Sánchez contactó encubriéndose bajo el seudónimo de Hermit. Muy astuto. Lástima que se delató colocando en el perfil una foto con su careto real, hoy casi tan famoso como el de su egregio hermano. Ante esta nueva prueba, la jueza va a volver a interrogarlo. La cosa se pone mal.
En resumen, Pedro, que vemos a Hermit muy verde. No le vendría mal que le organizases unas clases particulares en el Patio de Monipodio monclovita. Aunque comprendo que te estás quedando sin cuerpo docente, porque todos los que tenían experiencia para impartir el máster —Bego, José Luis, don Álvaro— ya están también empurados. Y los que pueden suplirlos —Óscar López o Bolaños— pueden acabar también en el juzgado por la alegre guerra sucia contra Ayuso.
Pero tú tranquilo, Manual de resistencia y tira millas, que en España da todo igual. Como dirían Fortes e Intxaurrondo, ¿qué hay de malo en que un presidente progresista aplique el «escudo social» a su hermano?