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Cartas al director

La chulería teodoresca

«No dimito porque no me sale de las pelotas», dijo Teodoro García Egea; y a las pocas horas dimitió, quizá por idéntico motivo. Si tenemos suerte, le saldrá también de ahí esfumarse de la vida política española. Y aun así, lo triste es que dicha frase, aparte de retratarlo a la perfección, es en buena medida un reflejo de nuestra sociedad, tan amiga de las cosas por pelotas. La chulería, la arrogancia y la mala educación son taras crónicas del pueblo español, patria de los «zascas», ese triunfo de la guapería como recurso dialéctico nacional. Así que lo probable es que a un Teodoro lo suceda algún Doroteo igual de chulo, que a su vez contribuirá, con su ejemplo, a perpetuar ese defecto tan nuestro. Poca salida tiene este círculo vicioso, como no sea que, para romperlo, los ciudadanos modestos se esfuercen en castigar a los jaques y elegir, en su lugar, a ciudadanos modestos que sepan educarnos mejor.