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Cartas al director

El filántropo Putin

Nuestro bondadoso Putin ha tenido la generosidad de detener el fuego en un país extranjero que ha invadido, es decir, dejar de matar temporalmente, para que ancianos, niños, mujeres y personas con dificultades, echen a correr y se salven de las balas y las bombas que él mismo lanza indiscriminadamente contra el pueblo de Ucrania. ¡No me digan que no es magnanimidad la de este señor! Alto el fuego (dejar de matar un rato) en las proximidades de las ciudades de Mariúpol y Volnovaja. Claro, luego ocurrió que ni él mismo respetó esta orden.

Estamos ante un abuso bélico de una potencia militar atómica contra un país muy inferior en capacidad defensiva, sin razón ni excusa alguna, decidido por un sátrapa repugnante, con estruendosa monstruosidad, desprecio a toda vida humana, a toda la humanidad y a todas sus propiedades. Es una actuación tan sinsentido que no cabe ni en la mente de sus colegas de Podemos ni sus seguidores comunistas de América, propia solamente de un loco asesino.

Es una realidad que Putin utiliza la mentira como un arma más en el desarrollo de su invasión a Ucrania. Tiene una capacidad militar elevada, pero se ayuda en su vileza con el embuste; esto es algo de lo que abusan ciertos gobernantes. Muy cerca tenemos un caso y es nuestro propio presidente del Gobierno, que no ha dicho una sola verdad desde que okupa la Moncloa, pero nuestro fray Mentiras, aunque ha tenido fallos al respecto (pensemos en los comienzos de la pandemia), respeta a las personas.

Todas las barbaridades que se te puedan ocurrir en relación a Putin, se pueden decir de él. Y aún debemos temer que el desequilibrado que controla el famoso «botoncito» nuclear, no le dé la vena de pulsarlo. El presidente de Ucrania Zelenski ha pedido desesperadamente a Estados Unidos y al resto del planeta, que le proporcionen aviones y material militar para hacer frente a las embestidas de Putin.