Cartas al director
Los españoles, ante el espejo
Me ha conmovido mucho una carta que ha sido publicada en este diario, titulada «Del PCE a Vox» y, aprovecho, para testimoniar mi enhorabuena a su autor. Pues bien, debo reconocer que, solo en parte, mi línea ideológica ha ido evolucionando de forma muy parecida a la que expone, de forma muy clara, este señor, desde unas simpatías de juventud hacia la izquierda, un desencanto tremendo ante la dura realidad de una izquierda sectaria, decepcionante, decadente, corrupta (no respetaron ni el dinero de los pobres huérfanos de la Guardia Civil, recuerden...) y, para colmo, vendepatrias. De este modo, no somos tan pocos los que hemos tenido que ir evolucionando con la edad, no solo por mor de ir madurando sino, también, como respuesta lógica a la deplorable y miserable decadencia de una izquierda, la del PSOE, que de una procedencia moderada y de centro izquierda ha derivado en un extremismo y populismo similar a Podemos. Desde esta perspectiva, no es de extrañar que Vox sume, cada vez más, y a pasos agigantados, muchos potenciales votantes, y a un ritmo espectacular, aproximándose al segundo partido, el PP y, sin descartar, incluso, que supere a Pedro Sánchez en su miserable condición de mentiroso compulsivo, presidente por accidente del destino y enterrador, como Juan Simón, de la socialdemocracia en España. Porque, en definitiva, el dilema ya no es entre derecha o izquierda, conservadores o progresistas. El dilema, en España, es entre el sentido común y la barbarie que representa, para un país desolado, este Gobierno de ultraizquierda, con el beneplácito de un PSOE que ha perdido su identidad y hasta el significado de sus siglas, ni socialista, ni obrero y, mucho menos, español.