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Cartas al director

Oraciones y acosos

La pretensión de la «feministra» Irene Montero por penalizar la oración pública cercana a los abortorios, equiparándola con un acoso delictivo contra la mujer, no deja de resultar un sarcasmo procediendo de quien defendía los escraches intimidatorios y el asalto a una capilla universitaria donde se estaba rezando. Pues aun admitiendo que las oraciones no deben utilizarse como instrumento de acoso, en absoluto es lo que hacen quienes ella pretende condenar. Lo que en realidad persigue la feministra es restringir determinados derechos y libertades fundamentales y, especialmente, que las mujeres que acuden a un abortorio sientan la cercanía de quienes, además de rezar por ellas, les ofrecen información intentando evitar que la muerte de sus hijos quede para siempre como un insoportable lastre en sus conciencias. Si hablamos de acoso, uno muy sutil se esconde en los persistentes mensajes mediáticos que animan a los apenas adolescentes, a mantener relaciones sexuales sin responsabilidad y a eliminar los seres humanos generados en estas relaciones. Es este un tipo de acoso ideológico, no delictivo y no siempre fácilmente detectable. Pero omnipresente, muy influyente y enormemente perjudicial para las personas y la sociedad.