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Cartas al director

Sueños y disfraces

Quizás la vida sea sólo eso. Hay que hablar de las poses y máscaras de los políticos que, al fin y al cabo, condicionan nuestra vida, y sueñan que trabajan por el pueblo, por la libertad, la convivencia, la justicia y la solidaridad. Sueñan también los que sólo saben mirarse su propio ombligo, los que se creen superiores y más inteligentes y «guapos» que el resto de los españoles; y, en realidad, se disfrazan de pobres mendicantes que sólo buscan más y más dinero, pedido y suplicado en castellano neto; en fin, ponen en valor aquello de que sueña el rico su riqueza y el pobre su pobreza y el que venga detrás «que arree». Tampoco se aplica, al menos en este país (antes España), el principio clásico de la Justicia distributiva, aquello de dar a cada uno lo suyo. Disfrazamos de gran cultura la bazofia servida en la televisión y en los libros de diseño. Pisoteamos los valores esenciales del ser humano en aras del materialismo siempre insatisfecho y el hedonismo del hartazgo. De todas formas, la realidad es tozuda y canalla y pone a cada uno en su sitio y sigue siendo una verdad aquello de que el hombre es un dios cuando duerme y un mendigo cuando despierta. Con referencias a Calderón de la Barca y Larra, hay que decir que la vida es sueño y todo el año es Carnaval.