Cartas al director
La vida de los otros
Sr. Director:
La vida de los otros encandila, alegra, divierte, e incluso permite conocer aspectos de la vida inimaginables de otras personas. Un plató enorme en el que todos participamos, de una forma u otra. Hasta aquí todo medianamente bien. Pero, ¡ah!, distinto es cuando le toca a los unos padecer tal iniquidad. Entonces se ofenden, ofuscan, se enfadan, amenazan, lo consideran una intromisión ilegítima a su intimidad, sea real o ficticia, y piden, en su enfado, investigaciones, súplicas, para que jamás vuelva a suceder tal ofensa. Es curioso, lo que es para otros un modelo de vida, para los unos supone un ataque a su persona. Lamentablemente, las reglas del juego jamás gustarán a quienes participan en el gran tablero de la opinión pública, y de ahí, las amenazas de rompimiento en la sensible vida gubernativa. Mandan a tranquilizar a unos, prometiendo las conocidas «comisiones de investigación», que con mucha o poca credibilidad se incorporan en la sede parlamentaria, y ahí quedan , en una especie de «cementerio de elefantes político», en espera de su farragosa resolución. Unos, los afectados, piden dimisiones y cabezas políticas, los otros, tranquilidad. Mientras los ciudadanos bregan con su vida diaria ya de por sí difícil, ellos, a lo suyo, al juego de la distracción tan alejado de la realidad social, como niños necesitados del 'y tú, más', en una realidad paralela sólo comprensible en el ámbito político, para que luego digan que están cerca de los problemas de los españolitos de a pie. No tienen vergüenza, ni unos… ni otros.