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Cartas al director

La feria de Sevilla: ¿fruto o producto?

Se está celebrando esta semana la famosa feria de Sevilla. Muchas personas sin vinculación alguna con la ciudad se afanan en subir fotos a las redes exhibiendo su presencia. Medios de comunicación y autoridades tratan a la feria como objeto de negocio y promoción turística y mediática, hasta el punto de alterar su calendario haciendo que la feria dure un fin de semana más de lo que era tradicional.

Pese a que mi apellido está presente en la sociedad sevillana, apenas he tenido relación con la ciudad dado que mi rama familiar ha vivido más hacia el noroeste. Mi ausencia no me ha impedido tener una admiración creciente y conocer algo más sobre la feria y su naturaleza familiar. Y, a medida que conozco la esencia de esa fiesta, tengo más claro que mi ausencia en la mejor forma de respetarla y potenciarla.

Y es que de lo que me cuentan yo concluyo (y que alguien me corrija) que cada caseta es más a un salón (pluri) familiar que a una sala de fiestas. Por tanto, el afán de muchos de tratar las casetas como discotecas diurnas me espanta. Decía San Agustín que gozamos de algo cuando ese algo nos deleita por sí mismo (frui) y usamos de algo cuando algo nos proporciona una utilidad con vistas a otra cosa (uti). Me temo que quienes se empeñan en convertir la fiesta en una actividad de consumo más, ignorando su bien interno familiar, la están degenerando de fruto sano de una sociedad admirable en producto consumible de una sociedad deplorable.