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Cartas al director

Doña Paz en una guerra interminable

Vaya por delante, doña Paz, mi total consideración hacia su persona. Si ya es difícil, delicado y diplomático su trabajo, cuanto más tener que dar explicaciones a toda la caterva peligrosa que debió espiar. Imagino el bochorno de una comisión que jamás tuvo que reunirse, pero aún así, dio las explicaciones oportunas, certeras y legales, así como el porqué, a quién y la duración de tales medidas. Y obviamente medió permiso judicial, del que nunca se sustrajo. Es un terrible error su cese, una irresponsabilidad máxima de un dirigente, que desbarra, va en caída libre, y arrastra todo aquello que considere inoportuno para su apoltronamiento. Es un lodazal en una charca política inmunda, que lleva hediendo mucho tiempo, desnortado y sin sentido de Estado. No se apure, doña Paz, no debe considerar su cese como un borrón en su inmaculado historial, sino véalo como una brillante pegatina en su chaqueta, la ciudadanía apoya el seguimiento a subversivos, filoterroristas y separatistas, pero jamás lo tolerará en niños que disfruten de sus recreos. Ante esta surrealista situación y lamentable decisión monclovita, Margarita... serás la siguiente.