Cartas al director
El escorpión y la rana
En la orilla de un tranquilo río, estaban una rana y un escorpión.
De repente, este tomó la iniciativa y preguntó al anfibio:
«¿Me ayudarías a cruzar el río?»
Esta, a sabiendas de que su enemigo, por naturaleza, jamás decía la verdad y era un personaje artero, malintencionado, astuto, falaz, taimado y embaucador; todo ello aderezado con elevadas dosis de autoritarismo, arrogancia, vanidad, cinismo, y narcisismo, declinó la propuesta.
El antagonista insistía, y la rana se resistía a atender la solicitud, sintiéndose cada vez mas presionada ante los argumentos dados.
-Si acepto, sacarás tu aguijón y me picarás.
-No seas tonta, le respondió. Si hago lo que dices, me ahogaría contigo.
Ante tal ataque de sinceridad, el anuro aceptó, permitiendo que se acomodara en su espalda.
A mitad de camino se cumplieron los malos augurios. El émulo de Pinocho arqueó la estrecha cola y clavó su aguijón en el dorso de la rana.
Esta, presa de dolor y ahogándose, le espetó:
-¿Por qué lo has hecho? Ahora, moriremos los dos.
-Lo siento ranita, respondió el escorpión. No he podido evitarlo. No puedo dejar de ser quien soy, ni actuar contra mis principios.
Invito al lector a:
Establecer las posibles similitudes, entre la fábula y la realidad actual.
Descubrir dónde están nuestros escorpiones.
Pensar en lo que podemos hacer, para evitar la proliferación de esta plaga.
Comprobar si tenemos alternativas no cruentas.
Analizar las posibles razones por las que permitimos que obtengan privilegios y prebendas, a expensas de nosotros.
En definitiva ¿por qué y cómo protegernos de los que nos quieren llevar al abismo?