Cartas al director
Dualidad en la visita real a Sanxenxo
Más dual no ha podido ser la visita real a Sanxenxo. Mientras unos rebuznan, ladran, sisean, graznan y rugen como en un coro desafinado, cual zoológico patrio en el cual nos encontramos, otros, más educados, saludan, jalean, animan, vibran y aplauden a un Juan Carlos I hondamente agradecido al tratamiento recibido en Sanxenxo. Dispares y diversas han sido las reacciones ante su llegada, como hemos podido comprobar. Los primeros se reconcomen hasta llegar al desprecio total en la figura del Rey emérito, los segundos, actúan como si comieran con él todos los días. Gente con problemas en su día a día que, sin embargo, no ven a D. Juan Carlos como uno de ellos, antes al contrario, muestran un respeto y una dignidad ante quien fue su Jefe de Estado durante 40 años, dignos de ser mencionados. Los unos, en su candidez, esperaban una llegada discreta y sin alharacas, los otros, por contra, tenían ganas de dar palmas, aplaudir y ser generosos recibiendo a quien fue su Rey. Ni más ni menos. D. Juan Carlos tendrá que dar explicaciones a su familia, pero no a los ciudadanos, pues a nosotros nos ha importado sólo su ejemplaridad como Monarca, no con quién comparte alcoba o cariños. Es la diferencia de unos, los resentidos, y de otros, con los sentimientos muy claros y sencillos. Deseamos que se quede en la España que le acogió a los 10 años, y que aquí descanse algún día en paz. No hay motivo ninguno para que se marche otra vez, convirtiéndole en un paria de manera injustificada. Nosotros, que de alguna manera hemos estado en Sanxenxo este fin de semana, así lo entendemos. A ver si los unos... caen del burro de una vez por todas.