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Cartas al director

Si...

Si la mezquindad y la ruindad nos quisieran presentar a un hermano suyo, les diríamos que no, que sabemos de sobra quien es. Si la mentira y la arana nos dieran oportunidad de ejemplificar su característica en un humano, les diríamos que se ahorren sus palabras, no nos es desconocido. Si la pomposidad y la egolatría quisieran esforzarse en convencernos de cómo son, añadiríamos que de sobra sabemos en quién pueden mirarse. Si lo cansino y lo aburrido fuera noticia, detectaríamos de quién hablamos sin sorprendernos. Si la chulería y la bravuconería fueran de la mano, ya sabríamos quién las unió. Si el error y el equivoco persistieran en su acción, seguro que si indagamos, sabremos quién facilitó tal unión. Si el bochorno y la vergüenza fueran pareja, sabremos ya quién los presentó. Si el retorcimiento y el enderezamiento se pelearan, no cabe duda quién ganaría... porque todo, absolutamente todo, sale de la misma persona que habita en el enclave monclovita, y esa desgracia con piernas, ¡maldita la gracia que hace!