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Cartas al director

El rugido del silencio

A medida que el mundo comunicativo en todos sus ámbitos va en auge y la bulla que nos rodea tanto exterior como el que nosotros a solas nos montamos, se hace de continuo y se retroalimenta cada día a más es necesario un parón o breves parones. Empiezo a observar muy poco a poco cómo algunos van girando hacia nuevos comportamientos que, de principio, parecen buscar un algo diferente de lo que la vida no les está proporcionando. Llega un momento que alguien toca a tu puerta de tal manera que el frenazo es inconmensurable. Permanecer en un silencio solitario y abrirse a lo nuevo se está convirtiendo en una cierta necesidad para esos pocos. Otros sin embargo, buscan ayuda aquí o allá, incluso en simples reuniones con entornos tranquilos donde encontrar algo de descanso mental.

Con lo dicho anteriormente ya ha saltado la alarma en las agencias de viajes y empresarios turísticos donde van en tal búsqueda que le denominan «terapias del interior» como un buen filón para reinventar negocios. Ahora que se nos acerca el mundo estival, la jauría de playas y lugares dispares tendrán que estudiar cómo y de qué manera van a resucitar esos silencios donde todo es fuego de campamento. La realidad es que el silencio es una práctica poco fácil, ahora que estamos acostumbrados a interrumpir nuestra jornada innumerables veces para comunicarnos con el exterior a través de las tecnologías, parloteos incesantes que dispersan la atención y hace costoso permanecer junto a alguien sin pronunciar palabra y también, en perfecta soledad, asomándose a uno mismo.

Tenemos recintos de todo tipo que nos proporcionan corrientes religiosas de todo tipo cada día más. Algunas gurús nos comentan que habría que saber cuánto de este silencio transcurre con la obsesión por el propio silencio, en lugar de escuchar a los otros, el sonido de alrededor. Opino que realizar reflexiones en la vida diaria, a la vez que vamos en bicicleta, se corre o se pasea en un parque puede ser beneficioso si previamente los cascos los has ladeado o te sirven para lo que llevas entre manos. Tal como está el panorama, es posible no perseguir tanto el autoconocimiento o relajación, sino la escucha de la voz de Dios como preparación para las decisiones importantes del día a día. Existen tantos motivos como personas. Lo mismo merece la pena saber cómo podemos sacarle jugo a ese silencio que, de inicio, no parece tan malo como lo pintan.

Mariano Galián Tudela

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