Cartas al director
Cambio de ciclo político
Se está hablando mucho, tras el resultado de las elecciones en Andalucía, de «un cambio de ciclo» en el mapa partidario a nivel nacional, que si el PP está a más de siete puntos del PSOE, que sí 144 diputados por 90 del adversario y cosas por el estilo. Pues bien, creo que los analistas y los que publican encuestas se están equivocando de raíz porque, lo que la gente respira en la calle, lo que constituye la realidad que subyace de la respuesta ciudadana en Andalucía, totalmente trasladable a nivel nacional (Andalucía siempre había sido un granero socialista en 40 años de democracia, no lo olvidemos) es que se está acercando un cambio mucho más radical, profundo y trascendente, a un simple cambio político que no deja de ser cíclico, entre ambos partidos que se turnaban en el poder, desde las primeras elecciones democráticas de 1977. Porque, lo que se detecta en el ambiente, en las tertulias de bar, en la calle, en resumidas cuentas, es que el PSOE, con Pedro Sánchez en el poder, está en un proceso de caída en barrena, de forma imparable y que si los militantes socialistas no lo remedian, la marca puede hasta desaparecer en menos que canta un gallo. Pero el iluminado de la Moncloa no quiere enterarse, como le ocurría al majara del Rey desnudo del cuento. En este sentido, los altos cargos socialistas, los barones, los alcaldes o concejales, todos aquellos que forman parte del Comité Federal del partido, tienen dos opciones, la primera, dejarse llevar, a semejanza de la pobre gente que escuchaba, en el Titanic antes de su inmediato naufragio, la melodía de la orquesta o, en segundo lugar, reaccionar, repitiendo lo que hicieron en el famoso Comité Federal de 1 de Octubre del 2016, sustituyendo al único responsable del fracaso. No soy socialista, pero conozco a muchas personas que, siéndolo, ven peligrar su futuro vital ante la muerte súbita de la marca, como ha ocurrido en Italia, Grecia y Francia. Ellos verán. Si no fuera porque considero que lo más importante para mi país es su estabilidad política, para evitar radicalismos de antaño y pérdida de prestigio internacional, como liberal y de derechas estaría disfrutando de este grotesco espectáculo pero, por encima de mi adscripción ideológica está el hecho de ser demócrata y estar muy al tanto de la reciente Historia de España. Se necesita encontrar un socialdemócrata con prestigio y sentido común. Ya veremos.