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Cartas al director

La convivencia pacífica

a convivencia pacífica se fundamenta en que cumplamos, al menos, unos mínimos. Entre esos mínimos está uno que el doctor Pedro Sánchez parece ignorar: no puede ir contra sus propios actos. En el lenguaje popular diríamos que Sánchez tiene que actuar con buena fe. Si el actual Gobierno y el actual Parlamento aprobaron, hace unos meses, que el CGPJ no podía nombrar dos magistrados del Tribunal Constitucional, hoy, idénticos actores no pueden aprobar lo contrario. Tal conducta no es ética e infringe el principio de buena fe, destruyendo de esa manera uno de los mínimos que garantizan la convivencia pacífica. Además, siendo el actual Parlamento el representante del pueblo español, éste, el pueblo español, sería el que, en definitiva, estaría incurriendo en un abuso. En abuso de derecho. Un pueblo que en las cuestiones importantes dice una cosa y su contraria no puede vivir en paz. Y no puede prosperar. Si los actores que aprobaron algo tan grave como lo es prohibir al CGPJ el nombramiento de dos magistrados del TC (previsto expresamente en la Constitución), quieren ahora, tras reflexionar, que sí los nombre, entonces tienen que llamar al pueblo español a las urnas. Si no lo hacen, nos convertirán a todos en personas amorales y sin ética, que así califica el Tribunal Supremo, desde hace un siglo, a los que van contra sus propios actos.