¿Por qué lo mataron?

El alumno de bachiller sabía que Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en Ermua, fue asesinado por ETA. Su libro de texto lo mencionaba así, escuetamente, pero sus padres, que vivieron aquellos días de julio del 97, le contaron que los sicarios etarras le secuestraron, y que al no conseguir doblegar al Gobierno, 48 horas después lo llevaron a un bosque, le dispararon dos tiros en la nuca, con las manos atadas, y huyeron de allí mientras Miguel Ángel agonizaba. Y que aquél crimen, tan bestial como tantos otros, provocó una enorme reacción en toda España. De hecho, muchos salieron a la calle por primera vez a exigir justicia, y se encararon con los miserables que aplaudían los crímenes. Pero el alumno buscaba respuestas, alzó la voz en su clase y preguntó: ¿y por qué eligieron a Miguel Ángel? Y alguien respondió: porque no era nacionalista vasco, si lo hubiera sido hoy estaría vivo.

Y esa verdad, tan incómoda hoy para muchos, señala el origen de la infamia en esa ideología que inspiró al racista Sabino Arana, y que unos discípulos suyos aplicaron con tanta crueldad mientras otros recogían las nueces. El alumno insistió: ¿y por qué, veinticinco años después, esa ideología de odio está legitimada, el testaferro de ETA, Bildu, coloniza las instituciones, y los asesinos reciben homenajes? Y alguien respondió: porque un presidente del Gobierno, Zapatero, negoció con los terroristas, lo que supuso la claudicación del Estado, y otro presidente, Sánchez, pactó con ellos para gobernar, lo que significó la victoria política de ETA y la humillación de la nación española. Y entonces el profesor dio por terminada la clase.