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Cartas al director

El timo de la mesa de diálogo

Hace más de dos años que se viene anunciando la reunión de la mesa de diálogo entre el Gobierno de España y el de Cataluña. El tema salta a la actualidad cada vez que hay un rifirrafe entre ambas partes en el Congreso o cuando Sánchez necesita los votos de ERC y compañía. La mesa del diálogo aparece enseguida como el ungüento amarillo, pero se aplaza para las semanas siguientes. Y que se sepa, formalmente nunca se reúne.

Mientras, el Gobierno saca sus leyes y la Generalitat cobra por su renuncia tácita a reunirse. Y todos contentos. Y es que, bien mirado, ninguno de los dos quiere reunirse porque no se avizora un final feliz a la cacareada mesa ya que la independencia de Cataluña es hoy imposible, «lo diga Agamenón, Sánchez, Aragonés o su porquero». Eso sí, las convocatorias alimentan los sueños imposibles de arcadias felices a la clientela «indepe», mientras que el Gobierno central cuenta con su incondicional apoyo. Y que pasen días y vengan ollas. Por ética, estos personajes debieran dejar de mentir a la opinión pública. Porque para timo ya tenemos el de la «estampita», que se sustancia en un par de horas, lo que tarda «el tonto» en ir y volver con su dinero.