Cartas al director
Incendios
La mítica ardilla que recorría España de norte a sur sin bajarse de los árboles lo tiene imposible. España arde por los cuatro costados. Véase por qué, respondiendo a estas preguntas. ¿Veranos secos y cálidos favorecen la propagación del fuego? Sí. ¿Tenemos ingenieros de montes, técnicos forestales, brigadas forestales, mano de obra y maquinaria específica? Sí. ¿Ayuntamientos, diputaciones, gobiernos autonómicos y Gobierno central tienen competencias en lo forestal y rural? Sí, todas. ¿Hay presupuesto para una política forestal? Sí, muy escaso. ¿Se puede aplicar inteligencia artificial y tecnología en el estudio, cuidado y explotación forestal? Sí. ¿Son los bosques una fuente de riqueza medioambiental, cinegética, turística, maderera? Sí. ¿Se ocupan los representantes políticos de la explotación, cuidado y sostenibilidad de los bosques? No, en absoluto. ¿Se acordarán los parlamentos del problema cuando acaben sus ‘cortas’ vacaciones? No, elecciones e inundaciones concentrarán sus esfuerzos.
El ciudadano corriente desearía tener cifras de: cuántos miles de toneladas de CO₂ son emitidas por estos incendios; coste económico de la extinción, por personal, vehículos, dietas, medios aéreos, indemnizaciones, etc.; coste de las visitas de las autoridades a las zonas afectadas, en especial cuando se emplean helicópteros, Falcon, coches blindados en un solo viaje; coste de las reforestaciones; cuántos millones de toneladas de biomasa (pellets) se hubieran obtenido de la masa vegetal quemada.
Si nuestra política es justificarse en el manido cambio climático y si la transición energética es hacia la energía solar en los desiertos españoles, ya está todo dicho.